Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

protector del buen tiempo y el de los niños, llamados respectivamente
Tag-adlao y Tagtabibi dinata. [...]” 227
Las críticas a estos objetos son variadas. Alfredo Vicenti, al que ya
citamos anteriormente, no ve grandes motivos de alabanza hacia estas
obras. Incluso considera que “puede ejercer mal influjo en la educación
artística, al observar la triste uniformidad de los trabajos marcados con un
sello u originados a su sombra”. En cambio, para Francisco Alcántara, del
periódico La Opinión, se trata de objetos de interés, por lo que es
merecedor de ser destacado como ejemplo positivo de valoración, ya que
no es nada frecuente admirar las producciones indígenas entre la crítica de
la época:
Una de las pocas ocasiones que en los pueblos europeos se
presentan para el estudio del arte, desde sus orígenes hasta nuestros
días, nos la ofrecen los objetos de arte diseminados por las salas del
palacio de la Exposición. […] Nada existe en la Exposición que muestre
cómo han procurado los españoles aprovechar las grandes aptitudes de los
indios para las artes del diseño […] porque las obras de Luna y algunos
otros pintores o escultores, si bien prueban las aptitudes de aquella raza
para las artes, son productos de la cultura Europea generalmente”. 228
La consideración hacia al arte filipino que expresa el periodista, valorando
la oportunidad que brinda la Exposición de contemplar el “estudio del
arte, desde sus orígenes hasta nuestros días”, entiende el arte primitivo
como ejemplo de “origen”, de “inicial”, de “primero”, lo cual tampoco es
frecuente en las pocas valoraciones que para este trabajo se han hallado
sobre el arte filipino. En cambio, lo que más abunda son las críticas a las
producciones del archipiélago. Así, en el Boletín de la Biblioteca-Museo
Balaguer, en la serie dedicada al Arte Filipino escrita por Manuel Creus
Esther (ya citadas en el primer capítulo), el autor se esfuerza en aclarar
que las pinturas filipinas que concurrieron en la Exposición de Filipinas
no podían ser consideradas como “arte filipino” sino que estaban más
cercanas a la “pintura decorativa”:
[…] con todo y ser obra de filipinos, no puede llamarse pintura
filipina á la cultivada por artistas que con sus obras concurrieron á la
Exposición de productos del Archipiélago celebrada en la Corte el año
227 “Exposición Filipina”, Madrid, La Ilustración Española y Americana, nº
XXVI, 15 de julio de 1887, p. 26. [el destacado es nuestro]
228 ALCÁNTARA, Francisco, Madrid, La Opinión, 4 de julio de 1887 citado en
SÁNCHEZ AVENDAÑO, M.ª Teresa, “Anàlisis histórico y sociológico de la
Exposición de Filipinas en la España finisecular”, Madrid, Revista Espanola del
Pacífico, n º8, 1998, p.286. [el destacado es nuestro]
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