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Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

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“civilizado”; pero recordemos sobre todo que esto ha servido como<br />

coartada ideológica para legitimar el imperialismo.<br />

Ejemplos de esta “coartada ideológica” los hallamos desde buen principio:<br />

los estados que se reunieron en la Conferencia de Berlín, en la que se<br />

organizó el reparto de África entre las potencias coloniales en 1878 se<br />

denominaron a sí mismos “los civilizados”. Al mismo tiempo, y hasta<br />

inicios del siglo XX, la ciencia continuó considerando que los europeos y<br />

los negros pertenecían a especies distintas. Las crónicas de viajes,<br />

apoyadas por los planteamientos científicos de la época, se centraron en<br />

describir a la población negra como bestias que, según aquellos, procedían<br />

del cruce entre el hombre y el mono. Sus costumbres fueron descritas<br />

como incivilizadas, indecentes y bárbaras. El pensamiento racista del siglo<br />

XIX atribuyó rasgos de superioridad e inferioridad a las personas sobre las<br />

bases de las características raciales. El ángulo facial de Camper (1791) y<br />

el ensayo de Gobineau Sobre la desigualdad de las razas humanas (1855)<br />

fueron un claro exponente de estas tesis.<br />

Estas y otras teorías que acabamos de mencionar son las que sostienen, en<br />

gran medida, el discurso sobre alteridad que fue mostrado en buen número<br />

de exposiciones a través de la exhibición de personas y que inducía,<br />

irremediablemente, al estereotipo del salvaje. Por ello, las transgresiones<br />

sexuales (poligamia, la vitalidad sexual, el incesto, etc.), la antropofagia,<br />

la violencia de estas razas (sacrificios humanos, sus castigos)..., que se<br />

plasmaban en la prensa de la época contribuían a reforzar la frontera entre<br />

ellos y el punto de vista occidental que los sometía a juicio. La imaginería<br />

del Otro como ser salvaje y bárbaro -contrapuesto al hombre occidental-<br />

es mayoritariamente una visión eurocéntrica, fruto de la expansión<br />

colonial que elaboró una versión exótica y racista de los hombres que<br />

encontraban y sometían los colonizadores.<br />

Sin embargo, la figura del salvaje no es exclusiva de los siglos XIX y XX,<br />

hay autores como Roger Bartra (1996) que defienden que la cultura<br />

europea generó una idea del hombre salvaje mucho antes de la gran<br />

expansión colonial, idea que hubiera sido modelada en forma<br />

independiente del contacto con grupos humanos extraños de otros<br />

continentes. Para el autor “el salvaje es un hombre europeo, y la noción de<br />

salvajismo fue aplicada a pueblos no europeos como una transposición de<br />

un mito perfectamente estructurado cuya naturaleza sólo se puede<br />

entender como parte de la evolución de la cultura occidental” 369 . El mito<br />

del hombre salvaje se extiende desde la mitología grecorromana, en la que<br />

la naturaleza amenazaba a la cultura con la exuberancia de fantásticos<br />

369 BARTRA, Roger, El salvaje en el espejo, Barcelona: Destino, 1996, p. 16.<br />

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