Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

evolucionaron en conjunción con la evolución de los tipos y razas
biológicos humanos. No sólo se contemplaban las culturas de la Era
Moderna de Europa y América como la punta del iceberg del progreso,
sino la raza blanca como pináculo del progreso biológico. Esta fusión
entre el evolucionismo biológico y el evolucionismo cultural se atribuye,
aunque no sea el total responsable, a Darwin. Sin embargo, el propio
Darwin estuvo influenciado por filósofos sociales como Thomas Malthus
y Herbert Spencer.
La obra de Malthus titulada Ensayo sobre el principio de la población
(1838) le permitió a Darwin llegar a un punto crucial: podía haber
selección entre los descendientes de una especie para decidir cuales
sobrevivían y cuales perecían (estaríamos, por tanto, ante la idea de
“supervivencia del más fuerte”). El éxito de la teoría de Darwin de la
supervivencia del más apto (“selección natural”) realzó mucho la
popularidad del punto de vista de que “la evolución cultural dependía de
la evolución biológica”. A partir de aquí, se inicia un movimiento basado
en la creencia de que el progreso cultural y biológico dependía del libre
juego de la lucha del individuo contra el individuo, de la nación contra la
nación y de la raza contra la raza. Uno de los darwinistas sociales más
influyentes fue Herbert Spencer, quien llegó incluso a abogar por el fin de
todos los intentos de proporcionar ayuda y alivio a las clases
desempleadas y empobrecidas y las mal llamadas “razas atrasadas” sobre
la base de que esta ayuda interfería con el funcionamiento de la ley de
supervivencia del más apto y que simplemente prolongaba la agonía y
agudizaba la miseria de los que ya eran “no aptos”. Spencer utilizó el
darwinismo social para “justificar el sistema de libre empresa capitalista,
y su influencia continúa sintiéndose entre los partidarios del capitalismo
sin límites, así como entre los partidarios de la supremacía blanca”. 64
Posturas como la de Spencer sirvieron para hacer acopio de las materias
primas de los territorios coloniales ya que, como eran los más débiles y les
iba a ser difícil sobrevivir, parecía legítimo en los discursos colonialistas
de esta corriente que se aprovecharan y tomaran sus posesiones. De este
modo se justificó buena parte del colonialismo de finales del siglo XIX.
A comienzos del XX todavía se creía que el nocivilizado carecía de una
lógica y se consideraba a los Otros como seres inferiores, es decir, de una
nociones que prevalecieron en el siglo XIX sobre la evolución y el progreso
cultural. Marx también vio la cultura pasando por diferentes etapas hasta llegar a
un último estadio: comunismo primitivo, sociedad esclavista, feudalismo,
capitalismo y comunismo. Además, según él, toda la historia era resultado de la
lucha entre las clases sociales por el control de los medios de producción.
64 HARRIS, Marvin, Antropología cultural, Madrid: Alianza, 1983, p. 546.
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