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Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

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esfuerza en mostrar la escuela a la que acuden los niños y en mencionar<br />

que el jefe de la tribu “lee libros”. Además, José de la Peña Martos detalla<br />

que el jefe Abdón Karim Gueye lleva en la mano un diccionario francésespañol.<br />

Ante la pregunta de que si “es para defenderse de los que no<br />

saben francés”, el jefe responde que es “para aprender español y que<br />

espera para el cierre de la Exposición haber aprendido el idioma”, lo que<br />

denota cierto interés cultural, muy lejano al bárbaro y mucho más cercano<br />

a un tipo de “salvaje civilizado”.<br />

A pesar de esta última consideración sobre la cultura del jefe senegalés,<br />

pocas cosas cambian en la imagen del Otro desde la llegada de los<br />

filipinos a España para la exposición celebrada en el parque del Retiro en<br />

1887 hasta la última exhibición de los senegales del parque de Montjuïch<br />

en 1929. En todos los casos expuestos en el anterior y presente capítulo,<br />

pueden observarse un conjunto de estereotipos a los que siempre se alude<br />

en la mayoría de los artículos recopilados sobre los diferentes grupos de<br />

personas exhibidos en los certámenes españoles. Las imágenes aceptadas<br />

por los cronistas de la época, como patrón de cualidades y modelos de<br />

conducta, atribuidas a estos individuos son, con mayor o menor saña, casi<br />

siempre los mismos: si son polígamos, si organizan “sangrientas<br />

saturnales”, los castigos severos a aquellos que han cometido algun delito<br />

dentro de su comunidad, lo inferior de estos grupos en el terreno<br />

intelectual, lo aburrido de su música, lo poco desarrollado de sus técnicas<br />

a la hora de realizar sus trabajos..., en definitiva, todo aquello que<br />

justificaría y pondría de manifiesto el estado más “salvaje” del<br />

comportamiento. Por otra parte, también se encuentran los tópicos<br />

justificados sobre la diferencia respecto de los Otros, que se basan en el<br />

comentario del cronista para comparar lo propio con lo ajeno. Aquí<br />

vuelven a darse una serie de lugares comunes en los que, generalmente, se<br />

alude a la forma física de estos individuos o bien su aspecto: si van<br />

pintados, sus peinados, la indumentaria y los objetos que los acompañan,<br />

que a menudo se califican de toscos, etc.<br />

Ahora bien, de todos los grupos citados, queda claro que la exhibición de<br />

ashantis (1897), esquimales (1900) y senegaleses (1929) se basa en el<br />

mero espectáculo, ya que no hay otro contexto expositivo en donde<br />

ubicarlos. En cambio, los filipinos (1887) o los guineanos (1929) estan<br />

justificados en el marco de la exposición colonial o iberoamericana donde<br />

se inscriben. El primer grupo, el que representa el mero espectáculo de la<br />

diferencia, debe su presencia al pionero de este tipo de cuadros, Carl<br />

Hagenbeck, también conocido como “rey de los zoos” por su comercio de<br />

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