Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

Annie Coombes, la prensa tuvo un importante papel en la difusión y
creación de interés por la muestra entre el público.
Ya casi al final del certamen se construyó una última instalación, también
muy atrayente, que llamaron “pueblo de indios” de Santiago. Era una
reproducción de un poblado filipino de modelo hispanizante que contaba
con una iglesia, la cual fue bendecida por el obispo de Madrid el 22 de
septiembre de 1887. De este modo se mostraba, en constraste con las
construcciones de igorrotes, un modelo de construcción más elaborado
como consecuencia de la influencia colonial y bajo el paragüas de la
religión católica. Este recinto quiso ser una muestra del éxito de la labor
hispanizadora y cristianizadora de la metrópoli sobre la colonia, pero
cabe destacar que no aparece en la documentación previa al inicio de la
exposición. Sin embargo, no sabemos a qué se debe la ausencia del
“pueblo de indios” de Santiago en los primeros proyectos, si a una falta de
planificación o a intenciones posteriores. Tanto en este recinto como en la
Ranchería de los Igorrotes se celebraron “fiestas salvajes”, tal y como se
entendieron en la prensa de la época. Ejemplos como la “toma de posesión
de la ranchería”, “riñas de gallos con cuchillas al estilo de los filipinos”, 242
la “danza de los sacrificios de los igorrotes” 243 o los sacrificios diarios de
animales por parte de los igorrotes, dan cuenta de la interpretación que, en
aquel momento, se dió de los venidos a la exposición, por lo menos de los
igorrotes y del negrito, que dadas sus manifestaciones culturales
“sanguinolentas”, no podía ser otra que la de “salvajes”.
Tanto las demostraciones de trabajos manuales en vivo por parte de las
mujeres filipinas como la presencia de los igorrotes en el recinto de la
Ranchería coinciden con otros acontecimientos expositivos que se
sucedieron en Europa y en los que también se dieron este tipo de
exhibiciones que podíamos llamar “etnográficas”. Recordemos la vía que
se abre al exotismo invitando a los países extranjeros a construir sus
propios pabellones en la segunda Exposición Universal celebrada en París
en 1867, lo cual permitió la introducción de toda clase de estereotipos
para distinguir y destacar los diferentes países concurrentes. El caso de la
Exposición de Filipinas de Madrid en 1887 es bastante singular. Se trata
242 “Núm. 4.-Riña de gallos con cuchillas. Este cruel espectáculo, que no
presenciaba el pueblo madrileño desde hace muchos años, se ha verificado en el
recinto de la Exposición, al estilo de Filipinas en las tardes del 16 al 22 del
corriente [julio] […]” “Exposición de las Islas Filipinas”, Madrid, La Ilustración
Española y Americana, n º XXXVI, 30 de septiembre de 1887, [el número de la
revista es un error tipogràfico del documento original, para seguir a serie con el
número anterior y siguiente se trataría de XXVI], p. 179.
243 “Núm. 5. Danza de igorrotes. Esta danza, ridícula pantomima, se titula de los
sacrificios, y se efectúa en la ranchería de los igorrotes”. “Exposición Filipina”,
La Ilustración Española y Americana, n º XXVI, 15 de julio de 1887, p. 27.
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