Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

de noviembre” con los objetivos de lograr: “la consecución de una unión
real y efectiva de España con sus antiguos teritorios ultramarinos por
medio del fomento de las relaciones económicas y culturales”. 388 Según
expone María Teresa Solano Sobrado en su artículo 389 sobre los
antecedentes históricos de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, esta
primera propuesta tuvo poca aceptación por parte del gobierno que, en
principio, negó su ayuda. Pero, en cambio, sí que fue bien acogida entre
los cónsules de países de América del Sur y entre el pueblo hispalense que
se mobilizó para la causa.
De la propuesta inicial de celebrar la exposición en 1911 hasta su
inauguración en 1929, se irán aconteciendo una serie de contratiempos,
como las dificultades del clima del panorama histórico español (que, por
otra parte, ya se arrastraban desde el desastre de 1898), la presentación de
otras ciudades como Bilbao para celebrar exposiciones similares
(Certamen anglo-iberoamericano), la Gran Guerra, la falta de
presupuestos... Todos ellos se verán superados gracias a la intervención de
Primo de Rivera, quien a partir de 1923 convertirá el evento en uno de los
objetivos de su política después del golpe de estado. En el año 1926,
Primo de Rivera estaba interesado en la imagen que se daría de España en
las exposiciones internacionales de Sevilla y Barcelona, por lo que decidió
crear el Consejo de Enlace, presidido por el ministro de Fomento, para
intentar igualar criterios entre las exposiciones y relacionarlas bajo el
nombre común de “Exposición General Española”. La de Sevilla vino a
llamarse entonces “Exposición Iberoaamericana”. Según Amparo
Graciani García, 390 las causas de esta política bajo la dictadura de Primo
de Rivera fueron tres. En primer lugar, “el deseo de demostrar el poder
alcanzado por la nación poniendo como modelo las Exposiciones de
Sevilla y Barcelona”. En segundo lugar,“la necesidad de estimular las
relaciones con América y solucionar los problemas de política
internacional de la España de Alfonso XIII”, recordemos que es en este
momento, también, cuando se relanza el concepto de
hispanoamericanismo y, finalmente, “en relación a las colonias
norteafricanas, el interés por convertir la Exposición en un símbolo de la
pacificación del lugar”.
388 RODRÍGUEZ BERNAL, E. La Exposición Ibero-Americana en la prensa
local, Sevilla: Diputación Provincial, 1981, p.37
389 SOLANO SOBRADO, M.ª Teresa, “Antecedentes históricos de la Exposición
Iberoamericana de Sevilla”, Madrid Cuadernos de Historia Moderna y
Contemporánea, n º 7, 1986, pp.163-187
390 Citada por BELLIDO GANT, M.ª Luisa, “Promoción turística y configuración
de la imagen de Marruecos durante el Protectorado español”, Granada,
Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, n º 33, 2002, p. 227.
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