Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

Colonial. A éstas muestras asistían millones de visitantes y en ellas se
encontraba la prueba absoluta de la supremacía de la civilización
occidental, que era confirmada gracias a la presencia de los objetos
expoliados de los territorios que se acababan de conquistar. Las
exposiciones coloniales fueron celebradas en Londres (1886), Rouen
(1896), Marsella (1906 y 1922), Bruselas (1910), Roubaix (1911),
Londres (1924) esta última con más de 27 millones de visitantes... hasta la
última exposición que se celebró en París en 1931.
En las muestras de este período era habitual, tal y como desarrollaremos
en los próximos capítulos, encontrar dentro del perímetro de la exposición
un tipo de reproducción de poblados que representaban las viviendas y el
hábitat de los indígenas de las colonias. Estas villages con indígenas que
se instalaron en las exposiciones celebradas en toda Europa responden
tanto a una voluntad educacional de las potencias para con sus ciudadanos
como a la justificación de un discurso imperialista. Con estos montajes se
pretendía aproximar los modos de vida de otras culturas a los habitantes
de la metrópoli a la vez que se demostraban las hazañas conseguidas en
ultramar. Las teorías evolucionistas y darwinistas que, recordemos, se
desplegaron a la par que el colonialismo, también ayudaron en este
proceso, ya que en los esfuerzos de mostrar a estos pueblos como
“simples” se justificaba la incursión de sus territorios con el afán de
redimirlos a través de la conquista.
Tal y como veremos en los casos concretos que se describen en los
capítulos tercero y cuarto, la prensa de la época desempeña un importante
papel en la recepción de estos individuos. Las crónicas que describían a
los exhibidos, sus actividades en los recintos de exhibición y sus actitudes
se acompañaban de ilustraciones en la práctica de sus actividades
cotidianas, danzas, etc. La mayoría de las veces estos escritos se
esforzaban en destacar el aspecto más “exótico” de los recién llegados
para llamar la atención sobre los Otros. Ahora bien, en muchas ocasiones
se destacan los aspectos más llamativos que, habitualmente, se relacionan
con actitudes vinculadas con el salvaje.
A modo de resumen, podríamos concluir que la visión del Otro ha estado
marcada desde los primeros descubrimientos por la diferencia. Esta
disparidad es lo que en muchas ocasiones ha causado miedo al receptor.
La poca información y estudio sobre el Otro permitió construir el
estereotipo que, sumado al recelo por lo desconocido, creó una amalgama
de creencias respecto al Otro nada inocente de este modo el discurso
resultante se utilizará para justificar el colonialismo. En los próximos
capítulos retomaremos esta idea. Por otra parte, la imaginería popular
realiza otro tanto tal y como veremos en los casos concretos de las
crónicas coetáneas a las exposiciones españolas en los capítulos tercero,
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