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gación, sin que intervenga el curador, efectuará un
acto que no es esencialmente nulo pero sí anulable,
lo mismo que cuando procede por sí solo hallándose
bajo la .patria potestad ó en tutela. Advertiremos aquí
también que la circunstancia de estar sometido á la
intervención del curador no exonera al menor emana
cipado de las obligaciones que le impone la ley como
padre legítimo, padre naturJ ó como marido, y que
respecto de ellas no puede alegar nulidad ó rescisi6n,
aunque con ella sufriera perjuicio.
3 ? No basta que el menor haya sido representado
legalmente en los actos celebrados, requiérese,
además que para éstos hayan sido observadas las formalidades
prevenidas en los artículos 242, 339, 364,
345 y 347 en sus casos, pues de lo contrario aquellos
serán también anulables. Las mismas reglas son
aplicables á los actos de los entredichos, artículo 376,
y respecto de la mujer casada la disposición del artículo
1.381.
La autorización del representante legal, sin la observancia
de los requisitos ordenados por el legislador,
ó la observancia de éstos sin la autorización predicha
harían igalmente ineficaz el acto que se pretendiese
efectuar, ecepto únicamente cuando para la
mujer casada el permiso del Juez suple legalmente
la licencia del marido, artículo 184.
Art. 1.273. Los actos ejecutados en la forma prescrita por
la ley en interés de un menor, de un entredicho 6 de un incapaz,
tienen la fuerza que tendrían, si hubieran sido ejecutados
por un mayor de edad, plenamente capaz.
Nuestro Código, siguiendo al italiano, se ha separado
de la legislación francesa que refiere la rescisión
de los actos y contratos del menor únicamente
á los casos de lesión. Hemos abandonado también
los preceptos de las antiguas leyes -romanas y españolasque
establecieron la restitución in infrgrurn en
favor de los menores siempre que se probaba que
había daño ó perjuicio en sus intereses, siquiera se