al 1Iüifl lóbt*IXT

124
trador, Juez, etc., en aquella circunstancia. Distinto
sería si estuviese actuando como tal futcionario en
todas las diligencias de aquel género, á sabiendas de
todo el mundo, aunque su nombramiento no fuese
legal ó verdadero, 6 haya incurrido en una usurpación
de atribuciones. El error habría sido común á
todos los ciudadanos, y no podría perjudicar á uno
solo: e;ror communi jus facil. Así lo resolvían los juris
consultos romanos acatando la doctrina consagrada en
la famosa ley que se conoce con el nombre de Baibarius
PIií1ij5pus.
Nue.stras leyes no exigen formas sacramentales
para ningún acto jurídico: las partes son librespara
expresarse de la manera que tengan á bien, con tal
que lo hagan con claridad y precisión. La ley sobre
Registro Público prohibe á los Registradores que intervengan
en la redacción de los actos y contratos
que presenten las partes. No hemos de entender por
defectos de ¡olmas la falta de los requisitos intrínsecos
del acto, como son los nombres de los otorgantes, que
sirven para determinar su identidad, la firma deellos,
la convención, la cosa, que es objeto de ella, etc.,
porque tales faltas anularían en absoluto el documento.
Los de/ectos de forma, á que se refiere el artículo,
son los de formalidades puramente extinsecas, por
ejemplo: si el instrumento se registrase en idioma
extranjero, articulo i i, en papel común, ó de sello
incompetente, si el Registrador no estuviese acompañado
de dos testigos ó asistiese uno solo, si los
testigos fuesen menores ó no fuesen vecinos, no supiesen
escribir, etc. Estos últimos defectos serían .causa
de nulidad en los, testamentos, artículo 772, mientras
que en los actos entre vivos, registrados, los reducirían
á la condición de documentos privados. .
Si no han sido firmados .por las partes no valen
de modo alguno. El acto se considera firmado por
el otorgante cuando á ruego suyo lo suscribe otra