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datado es punto que á ellos nada más interesa.
Pero,.. entre Félix y Rufo no ha habido ningún con.
trato,, ni' el uno deriva su título del otro, y por eso
Ruf no está en el deber de aceptar la fecha que
consta en eldocumento de arrendamiento pues
Clodio y Félix han podido fiuígir ése contrato después
de la venta, y anteponer la fecha para per u-
dicar al comprador.
Veamos ahora las consecuencias que deducen
.los autores de los principios mencionados:
ii Que la fecha de los documentos privados se
considera cierta para los herederos de las partes,
siempre que se trate de los derechos ú obligaciones
que. por esa calidad les correspondan, cuando los
actos dichos versaren sobre convenciones ó declaraciones,
que no los ligarían si se hubiesen efectuado
en una época posterior á la fecha indicada.
Pueden, por tanto, oponérseles los documentos privados
firmados por su causante antes de habersido
sometido á interdicción ó inhabilitación, aunque ulteriormente
hayan adquirido fecha cieta, pero los
herederos tienen derecho de probar libremente que
los actos referidos fueron ántedatados para situarlos
en tiempo en que el ototgante era capaz. Es también
indudable que cuando el heredero obra en virtud de
underecho propio, verbo y gracia, por el de su legítima,
debe juzgársele , como un tercero, para quien
el documento debe tener fecha ci'ría conforme á la
ley; y lo mismo ha de entenderse del heredero beneficiario
cuando procede corno acreedor de la sucesión.
2 Que el documento privado no hace fe cuanto
á la fecha contra los sucores particulares á título
gratuito ú oneroso de ilma de las partes que figuran
en aquél, cuando quieran oponérseles las convenciones
ó declaraciones contenidas en el documento referido,
corno anteriores á sús títulos propios. Ya hemos
dicho arriba que estos causa—habientes deben ser