al 1Iüifl lóbt*IXT

156 -
(zalcs que reciban para ser trasmitidos, y nada se dice
de losparticulares; á tiempo que á los anotadores se
les sujeta á una obligación semejante respecto de todos
los despachos que reciban sin distinción alguna.
Será, por tanto, difícil la prueba de las circunstancias
de tiempo y otras importantes cuando , se trate
de acreditar la entrega , de un telegrama particular; y,
como se manda que los Jefes de Estación remitan á
la Contaduría del Telégrafo, al término de cada quincena,
el legajo de telegramas trasmitidos junto con la
relación respectiva, se dificulta aun más para los ciudadanos
'el medio de justificar que ha sido entregado
un telegrama para su trasmisión y para obtener copia'
certificada que pueda figurar enjuicio.
Es de esperarse que cuando el Decreto dicho sea
reformado se establezcan reglas para facilitar á los interesados
la manera de obtener la repetición y certificación
de sus despachos telegráficos, la prueba de
de que han sido recibidos por la persona á quien se
destinaron y la compulsa en todo tiempo de los trasmitidos
por la oficina con referencia al asunto que
se ventila en justicia.
Art. ¡.299. Ph los casos de error, alteraciones 6 retardo
en los telegramas, las rectificaciones á que haya lugar deben
resultar de la prueba que se haga, y á ellas se atendrá el tribunal;
sin que esto obste á las responsabilidades legales que pue
dan originarse de la falta. Si quien envía el telegrama ha tenido
cuidado de hacerlo verificar 6 repetir, 6 de certificarlo, según
las disposiciones de los reglamentos telegráficos, se presume exento
de falta.
El .que recibe un telegrahiaque juga equivocado
puede pedir á lá oficina recépt6 ra que 'lo haga
rectificar por la que lo trasmite, lo mismo cuando
llega alterado 6 incompleto. Si viene con retardo puede
exig ir taiéii' nib que e haga constar el retardo. Si
el telegrama es rectificado en los mismos términos, y
el que lo recibe no procede, porque no lo encuentra
claro, ó p?ocede según la 'inteligencia que puede dár-