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cido y con fecha cierta, producen seguramente efectos
con relación á terceros. El artículo 1.550 nos ofrece
un ejemplo de lo que decimos.
Las palabras partes, sucesores universales, causahabientes
y terceros poseen cada una su significación
propia, que es conveniente fijar con precisión.
Son partes las personas que contraen, ó á nombre
de quienes se contraen las obligaciones; que adquieren
ó á nombre de quienes se adquieren los derechos,
que á las obligaciones corresponden.
Son sucesores universales los herederos de una de
las partes contratantes: son causa—habientes los que derivan
su título de alguna de las partes, y en ese
sentido se dice que los herederos son causa—habientes
universales; pero la palabra causa—habiente se emplea
más frecuentemente para designar á los que traen su
derecho á la cosa ó en la cosa, jus ad rem, jts in
re, por título singular, como el legatario, el donatario,
el comprador, el aríendatario, etc., que son denominados
también sucesores á título singular.
Son, finalmente, terceros todos, los que fundan
los derechos predichos en un título que no procede
de la persona con quien lo controvierten. Interesa
comprender muy bien que los causa—habien1es de una
persona son entre sí terceros, lo cual sirve para explicar
el verdadero sentido del artícelo 1.292. Véase
el artículo i. 101.
Algunos autores llaman también tercero al causahabiente
particular respecto de su propió causante, en
cuanto á los actos que éste ha verificado con posterioridad
al título de aquél. Es sabido que en materia
de trasmisión de inmuebles prevalece la fecha del
registro del título, y en la de las cosas muebles, la
del primero que ha tomado posesión; pero, suponiendo
que tales circunstancias falten, serán aplicables indispensablemente
las reglas sobre la certeza de la fecha.
Clodio ha vendido sucesivamente una misma casa á
Félix y Antonio, y un carruaje: ninguno de los dos