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sele, su responsabilidad puede considerarse cubierta
en el asunto á que el telegrama se contrae.
Las diligencias que se practiquen para los objetos
antedichos á instancia del interesado por las oficinas
telegráficas, suministrarán al tribunal los elementos de
prueba que necesite para decidir. No parece posible
que re esté permitido sacarlos de otras fuentes, salvo
el caso en que el interesado pruebe que pidió las rectificaciones
conducentes y las oficinas respectivas se
negaron á.darlas, ó no las dieron aunque prometieron
hacerld, que entonces es indudable que debe ser autorizada
la parte para probar los hechos tales como ocurrieron.
El que envía el telegrama queda exento de falta,
si para asegurarse de que ha sido recibido en tiempo
y sin ninguna alteración ó error, pide á la oficina trasmisora
que lo repita y obtenga aviso de la oficina
receptora, que el parte ha llegado exacto, lo cual puede
exigir que se le certifique por el empleado que trasmitió.
Con estas precauciones se 1 pone á cubierto de
que se alegue posteriormente por la persona á quien
fue dirigido el telegrama, que lo recibió con retardo
ó que le llegó con errores. Es práctica pagar anticipadamente
la contestación del telegrama que se envía,
con lo que se adquiere el derecho de exigir de la ocina
á. quien se pagó que requiera la contestación del
telegrama.
Dice el artículo que quien ha tenido cuidado de
practicar aquellas diligencias se piesztlizc exento de fa//a,
ó lo que es lo mismo de culpa. Esa presunción puede
desvirtuarse con la pruba contraria, si se acredita
por ejemplo que pidió tarde la verificación, ó que al
repetir el telegrama alteró sus términos, 6 si era por
si mismo oscuro ó contradictorio de manera que se
hizo difícil interpretarlo, etc.
En materia de comunicaciones telegráficas la les,
no puede establecer regla alguna á )/riori porque de
ellas no queda ningún comprobante escrito. Bien pue-