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pueden ampliarlo, adicionarlo, modificarlo, reducirlo,
etc., y con esos actos ulteriores crearán otras obligaciones,
extenderán, cambiarán ó disminuirán las existentes
; pero, no siempre efectuarán lo que en derecho
se denomina novación de obli-ación. Para 9ue esta
exista se requiere indispensablemente que desaparezca
una obligación y sea reemplazada por otra. En la
novación deben, pues, considerarse en todo caso dos
entidades jurídicas: la obligación antigua y la obligación
nueva, las cuales han de ser legalmente válidas
á fin de que la novación' produzca todos los efectos
determinados por la ley.
La extinción de la una y la creación de la otra
se sirven recíprocamente de causa. No habrá novación,
si, por ejemplo, el acreedor no ha hecho más
que estipular con su deudor una garantía hipotecaria,
una liquidación de intereses, etc.; ó, por el contrario,
si en el nuevo acto ha renunciado á la fianza
pactada, otorgado mayor plazo ó remitido intereses
vencidos, etc. La obligación primitiva sigue siendo
jurídicamente la misma, y para que pueda decirse que
hay bbligación nueva es necesario que ella sea incompátible
con la existencia de la obligación vieja que
'desaparece para dar lugar á la creada recientemente
por Ms partes.
Una obligación radicalmente nula no puede ser
sustituida por una obligación válida, ni viceversa, por
la razón que acabamos de exponer, Julio se obliga
á donarle una casa á Blas de los bienes que le tocarán
en una sucesión, cuyo autor vive aún, y comprendiendo
después que esa obligación es nula, se
compromete á darle en lugar de la casa la suma de
cincuenta mil bolívares, precio de aquella. Esta segunda
obligación será también nula, porque reconoce
por causa la extinción de la primera,y desde luego
no se ha producido novación ni acto legal alguno.
Supongámos el caso opuesto de que hallándose obligado
Julio á pagarle la suma enunciada á Blas con-