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haberse vendido corno propia la cosa ajena equivale
-i carecer de causa la obligación contraída; y hay
también quien defiende que la venta es simplemente
resoluble, de donde se derivaría que sólo podría solicitarse
la declaratoria de insubsistencia cuando el
comprador se viese privado de la cosa vendida. El
análisis de estos diferentes conceptos excedería del
reducido cuadro de estos comentarios, y hemos de
limitarnos - á consignar nuestro juicio en la materia.
Cabe advertir en esta materia que el contrato de venta
de la cosa ajena no es en rigor un contiato inexistente,
porque -puede producir efectos jiirídiéos en favor
del comprador que se halla por virtud de él en capacidad
de adquirir la cosa por prescripción y los frutos
por efecto de la buena fe con que contrató. Se ha
de considerar, pues, simplemente, desde el punto de
vista de la nulidad ó rescisión.
Nos inclinamos al dictámen de los que opinan
que el- comprador puede siempre alegar la nulidad
consabida, por vía de acción, pidiendo que se revoque
la venta, aun cuando esté en posesión de la cosa
vendida, y que se le restituya el precio; ó por vía
da excepción, negándose á recibir Aa cosa y pagar el
precio ; mientras que el vendédor sólo puede obrar
por vía- de axceciózz, reclamando la nulidad para libertarse
de la obligación de entregar la cosa, que
vendió como propia, siendo ajena; pero, si la tradición
se había efectuado, no puede intentar la acción
de nulidad para deshacer el contrato cumplido, porque
este puede producir efectos en favor del comprador.
- -
No sería justo que se obligase al vendedor á
cumplir -un contrato que celebró sin derecho y de
cuyas consecuencias ha de sér. responsable, 'y tampoco
lo sería que se le permitiese deshacer un contrato
ejecutado, porque de ese modo puede pTerjudi.
cár mayormente al compra