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próximo, o autenticar simplemente un acto que sin
esa formalidad carece de mérito probatorio. Júzgase
confeso el otorgante que evade reconocer ó negar el
instrumento privado en su contenido ó en su'firma, ora
desobedeciendo al tribunal que lo cita, ora resistiéndose
á contestar categóricamente una ú otra cosa. La
ley no exige juramento para ese acto, formalidad que
no es menester sino en las posiciones que se absuelven
en juicio. -
Al referirse al reconocimiento de la escritura privada
habla la ley del contenido ó de la firma: ésto
no quiere decir que se puede negar el contenido y
reconocer la firma 6 al contrario. Esos conceptos son
aplicables al caso en que el documento aparece firmado
por otra persona, sea un causante, sea un mandatario,
sea meramente un firmante á ruego del que
se supone obligado en el acto. Entonces, el reconocimiento
se ha de dirigir al contenido, porque de otra
persona es la firma. Cuando el escrito no se halla en
esas circunstancias, el reconocimiento de la firma envuelve
necesariamente el reconocimiento del contenido,
á menos que éste se halle alterado, enmendado, tachado,
etc., y que el reconociente alegue y pruebe que
es falso, aunque reconozca la firma que lo autoriza.
La fuerza de la confesión, presunta que resulta
de no reconocer ó negar terminantemente el documento,
es mayor que la de la confesión judicial expresa,
porque ésta puede ser revocada si se prueba que fue
resultado de un erro;- de hecho, artcuio 1.333, y contra
aquella no cabe más recurso que la lacha de falsedad
del documento que se ha dado por reconocido,
artículo 1.309.
Los herederos y causa—habientes del otorgante no
están obligados á reconocer ó negar un acto que no
emana de ellos, pero deben declarar si conocen ó no
conocen la escritura, esto es, la letra, 6 la firma de su
causante. La resistencia á comparecer ante el Juez,
ó á declarar en los términos prescritos puede acarrear