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Nii'guna influencia alcanzan, por lo demás,_ los actos
de instriÇcción efectuados en un juicio civil respecto
del jiicio criminal: la confesión de la parte, las declaraciones
de testigos, experticias, etc., constantes del' expediente
civil carecen de todo mérito legal en el 'proceso
criminal, y nopuedeii hacerse valer contra la parte aunque
la persona sea la misma y unos mismos los hechos
debatidos en ambas actuaciones.
Los tribunales del crimen están instituidos para decidir
sobre la'exist'éncia del cuerpo del delito, la-culpabilidad
del encausado y la pena que debe aplicársele.
Las declaratorias libradas en ese sentido revisten fuerza
de cosa jzKada pata todo el mundo, ei'g-c om.izes; y cualquira
puede fundarse en ellas para intentar una acción
civil consecueñcial de las sentencias expreadas, como
las de revocación dé donación por causa de ingratitud ó
la de ineficacia de disposiciones testamentarias por indignidad;
privación de la patria potestad, remoción de la
-tutela, etc. Los jueces. -civiles deben reputar probados
los hechos que sirvieron de fundamento á la sentencia
condenatoria; así como por el contrario el fallo
'absolutorio en favor del procesado obliga á los magitrados
dichos á desestimar cualquiera demanda de daios .y
perjuicios por la cual se pretenda discutir nuevamente la
criminalidad del absuelto.
Los Jueces civiles pueden decidir sobre los puntos
controvertidos ante ellos cuando la sentencia ciii e dictaren
no resulte en oposición con las declaratorias dadas
-en lo criminal. La sentencia que absuelve, verbo y gracia,
á un individuo del cargo de homicidio por impruclencia,
no impide que se le demande por resarcimiento tic
daños y perjuicios, onsiderado el hecho como mero delito
civil: la imprudencia pudo no ser tan grave como
para acarrear la aparición de la pena en juicio criminal,
pero bastante sin embargo para dlue los Jueces civiles
crean procedente la indemnización mencionada. Y por
los motivos enunciados la declaratoria tic no culpabilidad
del individuo acusado de falsedad, i1i obsta para que el