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un testigo, promovida sin sujeción á las reglas que para
ese género de probanza establece el Código de Procedimiento,
y que por tanto sería necesario desechar.
La ley permite, sin embargo, que tales cartas se
produzcan como prueba enjuicio, cuando el autor y el
tercero prestan su consentimiento, no porque les atribuye
ápriori determinado mérito probatorio, sino porque
no quiere privar á las partes de medio alguno de defensa,
y los Jueces las apreciarán y valorarán legalmente
en definitiva.
El artículo niega al tercero el derecho de valerse de
la carta como prueba contra la voluntad del autor de
ella. Prueba respecto de quién? No dudamos que si
el tercero ha venido á ser parte posteriormente en el
juicio por saneamiento, por garantía ó porque pretende
tener mejor derecho que los que se disputan la cosa controvertida,
puede valerse de la carta como prueba: con
ls mismas facultades que á las partes corresponde, porque
tal es su carácter ya en el debate. La regla no es
aplicable sino al caso en que el tercero pretende hacer
uso de la carta, en un juicio distinto, que á él le concierne
y en que es parte; ó cuando en el que no lo es por
manera alguna, quisiese producir la carta en apoyo de
una declaración ó informe que fuese llamado á rendir.
Los autores estudian el caso en que el tercero
se encuentra en posesión de una carta que ha sido
escrita á otra persona, enteramente extraña para él,
y le niegan todo derecho de producirla en juicio,
sin el consentimiento del autor de la carta y de la:
persona á quien fue destinada, ya haya llegado á
las manos del tercero por error, ya la haya adquirido
por cualquier medio lícito, y mucho menos si
la posee por efecto de algún delito. Pero, le conceden
esa facultad cuando el tercero tiene interés
legítimo en producir la carta en un juicio, que es de
interés común para el tercero y algunas de aquellas
personas, siempre que no haya conseguido la carta
por ningún modo punible.