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nes antiguas daban preferencia la prueba de testi-
OS respecto (le la prueba por escrito, fundadas en
que más fe merece el testigo que-habla que el testigo
mudo; pero. çlcs1)uós que ci irte de escribir se
generalizó en los pueblos con la difusión de las luces,
Se comprendió que la prueba por testigos es ocasionada
á engaños por la ignorancia ó mala fe de los
declarantes que deponen sobre hechos más ó menos
remotos, y los Códigos modernos la han limitado con
muchísimo acierto para garantizar la prueba de la
verdad y evitar, pleitos, obligando á los interesados
á precaverse de ellos con la constancia escrita de sus
contratos y estipulaciones.
La prueba de testigos descansa principalmente
sobre dos presuicio1es. i que el testigo no se ha
engañado, y 2'' po quiere engañar. De aquí las
re las eninneradas en este párrafo para asegurarnos,
por una parte, de la inteligencia y capacidad del testigo,
y por la otra, de su buena fe y honradez.
Nuestro Código fija como límite de la admisibilidad
de esta prueba la suma de los mil bolívares,
el francs clon/O cincuenta francos, y el italiano quinientas
¡iras, unidades un onetarias equivalentes todas.
El Código español la permite sin restricción. Propónense
aquellos facilitar las transacciones de poco valor,
teniendo en consideración que en tales negocios no
hay quizá tentación bastante para el. soborno de testigos.
La limitación de la ley se refiere al acto frrídico,
al contrato que ha servido para crear la obligación ó
para extinguirla, por ejemplo, el préstamo, la venta,
el pago, etc. El precepto no podrá, por tanto, extenderse
á los hechos que han dado origen sin convención
á derechos y obligaciones, como se verifica en
los cuasi—contratos, delitos y cuasi—delitos, ni á los
demás hechos humanos ó á los sucesos puramente naturales
que se relacionan directa ó indirectamente con
los derechos y obligaciones adquiridos. Así, pueden