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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)<br />

Según algunas de las instancia creadoras de opinión pública que operan desde el corazón mismo del imperio<br />

–como el tanque de pensamiento Fund for Peace o la Revista Foreing Policy por ejemplo– el concepto de<br />

“Estado fallido” hoy día se ha vuelto una clave de importancia primordial en su geostrategia global. Al<br />

respecto, según sus antojadizos criterios, serían notas distintivas de los países donde tienen lugar estos<br />

procesos: la inequidad social estructural, crisis económica recurrente en el seno de sus sociedades,<br />

deslegitimación de su institucionalidad y su poca credibilidad dados los altos niveles de corrupción, falta de<br />

cobertura estatal en grandes zonas del territorio que debería atender, generalizado descontento colectivo<br />

ante esa ineficiencia, masivos movimientos de refugiados y desplazados internos, explosión demográfica sin<br />

contención.<br />

Sin ser todo esto un tema realmente académico, de seriedad y profundidad conceptual, estando más en el<br />

ámbito de lo periodístico barato y de la creación de opinión pública, la idea ha surgido recientemente con<br />

mucha fuerza y se ha expandido. Según esos think tanks, entonces, caerían bajo este parámetro buena parte<br />

de los países del llamado Tercer Mundo.<br />

Sin ningún lugar a dudas los Estados y sociedades a quienes se les puede aplicar esa descripción por supuesto<br />

que adolecen de todas esas lacras: pobreza, represión, muy débil o inexistente institucionalidad estatal.<br />

Ahora bien: ¿todo eso es nuevo? ¿Cuándo comenzaron esos Estados a “fallar”? Lo que hoy día, por ejemplo –<br />

según la vara con que estos centros imperiales miden el mundo– se puede decir de, digamos, Haití, o<br />

Uganda, o Nicaragua, no se decía hace algunas décadas atrás, cuando eran gobernados por déspotas<br />

funcionales a la geoestrategia imperial de Washington. Y sin lugar a dudas la pobreza, la represión o la<br />

debilidad de la institucionalidad estatal eran moneda corriente. ¿No eran “fallidos” algunos años atrás?<br />

Esta idea de “Estado fallido” es una noción que implica mucho riesgo en términos ideológicos, dado que<br />

conlleva una carga peyorativa. Es, en todo caso, antojadiza, discutible, poco seria en cuanto “formulación”<br />

de ciencias sociales, asimilable, en todo caso, a los listados de “transparencia y corrupción” con que las<br />

potencias (Washington ante todo) evalúan al resto del mundo. O las igualmente discutibles mediciones de<br />

cumplimiento de derechos humanos, o la certificación o descertificación en el combate al narcotráfico.<br />

¿Alguien se puede tomar en serio, con criterio académico real, esas elucubraciones? ¿O se hace demasiado<br />

evidente que lo que está en juego es una manipulación tendenciosa, absolutamente ideológica?<br />

Esto de los “Estados fallidos” es una caracterización muy reciente creada por tanques de pensamiento<br />

neoconservadores de los Estados Unidos y de la cual se empezó a hacer mayor uso a partir de los atentados<br />

del 11 de septiembre del 2001. Si hacemos un recorrido a lo largo de la historia política moderna vemos que<br />

se han acuñado diferentes acepciones para calificar a algunos Estados contrarios a las políticas de la Casa<br />

Blanca, y así justificar el uso de la fuerza –léase invasión, sin darle vueltas–. Durante la década de los años 70<br />

del pasado siglo el término de moda era “Estados comunistas”; con este pretexto Washington justificaba el<br />

mantenimiento de la Guerra Fría, y por ende el de los conflictos armados internos que se desarrollaban en<br />

buena parte de los países del por ese entonces llamado Tercer Mundo (especialmente en África, Medio<br />

Oriente y América Latina), donde realmente medían fuerzas las dos grandes potencias de aquel período.<br />

Más adelante, y siempre en el marco de la Guerra Fría, la administración del presidente Ronald Reagan<br />

desarrolla un nuevo término: “Estados terroristas”, bajo la consigna de defenderse del terrorismo, “plaga de<br />

la era moderna”, y principalmente del terrorismo de esos Estados –nunca se ha logrado demostrar la<br />

existencia de Estados terroristas como tal–. Luego, con el presidente Bush hijo, el término cobra especial<br />

relevancia nuevamente. Durante la administración del presidente Bill Clinton se creó el calificativo de<br />

“Estados villanos o Estados forajidos”. Es así como a lo largo de la historia Washington decidió concebir<br />

diferentes términos de acuerdo a la ocasión; recuérdese, por ejemplo, aquello de “Eje del mal” (casualmente<br />

conformado por los países que decidieron no seguir negociando en dólares con la gran potencia sino pasarse<br />

al euro como divisa de cambio: Irán, Irak, Corea del Norte). Hoy día el término “de moda” es: “Estados<br />

fallidos”, los que, según la Casa Blanca, representan una amenaza para la democracia internacional, el Irak

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