LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

corre hacia la entrada para tratar de salvar a su amigo. Salta sobre los agresores, y en pleno arrebato de
golpes es acribillado.
Debajo de otro auto Eduardo espera, aterrado. Con el cuerpo en el cemento y las manos temblando, prefiere
quedarse allí, inmóvil, hasta que todo termine. Observa cómo las camionetas se retiran y los primeros
curiosos graban con sus celulares. Llega la Cruz Roja metropolitana y los cadáveres son tapados con mantas
celestes. Son tres, y Pablo, que sigue luchando por su vida. Segundos después vuelven los gritos. Los pocos
jóvenes que quedan en la calle empiezan a correr como locos. “¡Ahí vienen!”, avisan. Unos vehículos se
detienen a la entrada y varios criminales recogen los cuerpos de los dos desconocidos y el del Pablote .
Huyen con los cadáveres. Ninguna autoridad los detiene. No hay policías ni militares en la zona, cosa extraña
para un Barrio Antiguo que es considerado lugar turístico, el sitio de bares y discotecas de la ciudad.
LA CAVERNA
Platón, en La República, libro de hace dos mil 400 años, desarrolló una alegoría que bautizó como “el mito
de la caverna”. Allí, varias personas vivían encadenadas en el fondo de una cueva a donde no llegaba la luz.
Desde que nacieron se acostumbraron a observar sólo las sombras de la gente que pasaba y cuyas siluetas
eran proyectadas por una fogata sobre la pared que tenían enfrente. Llevaban estatuas, símbolos de
animales y otros objetos que llenaban la mente de los prisioneros, y así pasaban los años sin que llegasen a
comprender que su realidad se basaba en sombras, una realidad que para ellos era la única porque no
conocían otra. Con esta metáfora Platón describió cómo la mayoría de la humanidad permanece toda su
vida oyendo el eco de la verdad y hundida en la retórica de los mensajes para percibir un mundo deformado
por las pasiones y los prejuicios.
Horas después de los asesinatos del Café Iguana las redes sociales reventaron con opiniones encontradas y
confirmaron aquel viejo presagio griego. Venta de drogas, descuido policial y doble moral ciudadana
formaron las líneas argumentales principales del terrible desenlace. “Se lo merecen por ‘drogos’ y por
consumir lo que venden los narcos ”, escribió alguien en MILENIO Diario. “Todos sabemos lo que ocurre
pero tenemos miedo de avisar a los ‘polis’, es la neta”; “Ese lugar era el punto más grande de distribución del
Barrio Antiguo”, apuntó otro en El Norte. “¿Por qué el dueño no denunciaba lo que pasaba allí?”, “QEPD
Pablote y Fermín, que siempre fueron un ejemplo de trabajo. Déjense de pendejadas y de criticar si no saben
cómo están las cosas de verdad”, contestaba otro lector en el Blog del narco.
Los mensajes siguieron y durante varios días promediaron los 800 en las páginas alternativas que daban los
avances de la investigación. La gerencia del Iguana publicó un comunicado en el que explicaba su dolor por lo
sucedido y pautó un momentáneo cierre de las instalaciones por respeto a los compañeros fallecidos.
Fernando Larrazabal, alcalde de Monterrey, lejos de profundizar sobre las posibles causas y responsables,
prefirió augurar un “nuevo futuro” para el Barrio Antiguo, y explicar que a futuro la zona sería fuertemente
custodiada por militares.
Las sombras de Platón aparecieron de nuevo. ¿Por qué las autoridades no detienen a los policías que
liberaron la zona? Si existía de manera evidente venta de droga en el lugar, ¿por qué el Ejército no actuó
ante una situación que ya era conocida por toda la comunidad joven? ¿Cuán solos están los empresarios que
deben lidiar con las organizaciones delictivas?