LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

Manifestación de apoyo al Café Iguana de Monterrey. Foto: Carlos Rangel
LIDIA IMPOSIBLE
Para responder acaso se deba viajar 10 años atrás. La escena nocturna regia comenzaba a emigrar desde el
municipio de San Pedro hacia el centro de Monterrey, y el plano urbano que albergaba al Barrio Antiguo se
transformó en un desordenado espectáculo de bares y discotecas para un público de ingresos medios.
Lugares como BarRío, UMAbar, Kokoloco, Manaos (hoy todos cerrados), Café Iguana y Antrópolis fueron los
estandartes de una nueva movida que representaba la combinación entre precios populares y un ambiente
de seguridad que garantizaba la diversión hasta altas horas de la madrugada. Esas calles se caracterizaban
por los ruidos de carros, la música estridente y los aromas de coloridos puestos de comida que se repetían en
cada esquina. El éxito era tal que los negocios se multiplicaron, los bares superaron las dos centenas y los
dueños comprendieron que allí estaba la fórmula para tener éxito en el mercado local.
Pero, como suele ocurrir en México, lo bueno dura poco. Porque desde entonces, detrás de ese éxito operaba
una intrincada red de pagos y sobornos a autoridades municipales que descansaba en turbios acuerdos con
el crimen organizado; hoy, a más de una década del furor comercial del Barrio Antiguo, el puñado de
empresarios que continúa en pie debe lidiar con una situación imposible: ha habido asesinatos, secuestros,
extorsiones, denuncias, persecuciones y tantos episodios violentos que muchos decidieron emigrar hacia
otros municipios.
En esa metamorfosis hay un elemento tan distintivo que sería imposible no mencionar: “La llegada de Los
Zetas y su enquiste desde hace un par de años causó tanto daño que comercialmente se volvió incalculable.
Porque estábamos acostumbrados a dar sobornos a autoridades del gobierno, pero esto es una cosa
totalmente distinta”, explicaba Manuel Ordóñez a M Semanal en 2010. Según el empresario, “hace varios
años, si tenías un bar debías pagar a los de alcoholes, a la policía y a Salubridad si se ponían pesados. Esto
era aunque no quisieras; si no, te clausuraban. Recuerdo que durante meses me estuvieron amenazando con