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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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tras lo cual se oculta el negocio de las armas (uno de los principales ingresos del país norteamericano); y<br />

luego de la destrucción, la reconstrucción de estos Estados por compañías de capitales norteamericanos<br />

principalmente.<br />

Más que hablar de “Estados fallidos” podríamos hablar de “Estados débiles”. ¿Según quién estos Estados han<br />

“fallado”? Para los grupos oligárquicos, estos Estados han sido siempre perfectamente funcionales. Veamos<br />

cualquier caso de los países designados por el dedo imperial como “fallidos”: allí, es vox populi, las fuerzas de<br />

seguridad son corruptas, sanguinarias, y los mecanismos estatales son igualmente corruptos e ineficientes; la<br />

institucionalidad dominante no es capaz de brindar seguridad ni calidad de vida a la población. De todo ello<br />

no caben dudas. La vida en las sociedades del capitalismo periférico es durísima…., al menos para las<br />

grandes mayorías populares. Pero esos mismos aparatos sí son muy certeros en su función de represión y<br />

protección de los intereses oligárquicos. No hay que olvidar que el funcionamiento del Estado es el reflejo de<br />

las relaciones que se dan en la sociedad. Entonces podríamos decir que estos Estados funcionan muy poco en<br />

relación a los intereses de la gran mayoría, “fallan” en esa tarea, pero sí funcionan si los entendemos en la<br />

lógica leninista: mecanismo de control a favor de la clase dominante.<br />

Ahora bien: ¿por qué no arreglar esas injusticias estructurales entonces? Ahí surge el engaño: hay una<br />

distancia entre esas ineficiencias estructurales –para lo que, en todo caso, se deberían buscar enmiendas– y<br />

su conceptualización de “fallidos”, que abre la oportunidad para otra cosa: ¿privatizarlos, invadirlos y<br />

apropiárselos por parte de una potencia externa?<br />

Ello nos lleva a otra pregunta: ¿por qué estos Estados funcionan deficientemente, tan a medias? (a medias si<br />

los comparamos con los funcionamientos de los Estados capitalistas centrales, donde la calidad de vida<br />

definitivamente es superior). La historia política de los países hoy considerados tercermundistas ha sido muy<br />

desafortunada desde sus inicios en la modernidad globalizada que fue imponiendo el capitalismo europeo<br />

estos últimos siglos. En las centurias pasadas, siendo aún colonias de unas pocas metrópolis y luego con la<br />

independencia formal y el nacimiento de los Estado-Nación según el modelo eurocéntrico, los Estados<br />

latinoamericanos, africanos o asiáticos han sido y siguen siendo manejados como “feudos” al servicio de los<br />

intereses de un pequeño grupo. Estados capitalinos de espalda al interior de los países, racistas en muchos<br />

casos, siempre mirando a los centros imperiales (Estados Unidos o Europa) como sus referentes, sin proyecto<br />

nacional propio de desarrollo autónomo más allá de la venta de sus productos de agro-exportación, sólo<br />

proveedores de materia prima para los mercados internacionales.<br />

En el plano político presentan modelos de desarrollo estatal en cierta forma más cercanos a una colonia que<br />

a un Estado moderno e industrializado; en general tienen un desarrollo macrocefálico en las capitales, son<br />

muy corruptos, con grandes ineficientes en la prestación de sus servicios en tanto se nutren de un recurso<br />

humano poco capacitado –según los criterios del desarrollo global dominante–, y manteniéndose con cargas<br />

fiscales muy bajas. Solo para ejemplificar esto último, mientras en algunos países del Norte se tributa al<br />

Estado hasta un 60% del Producto Interno Bruto, en los “Estados fallidos” esa carga tributaria en general<br />

ronda el 10%. Con ese raquitismo estructural es obvio que un Estado no puede proveer buenos servicios a la<br />

totalidad de la población; pero es evidente que estos Estados, surgidos de modelos coloniales, nunca se han<br />

modernizado/robustecido y por tanto siguen siendo estructuralmente débiles. Pero ello no obstante, “sirven”<br />

a los intereses de las clases dirigentes en tanto Estados-finca: escuelas y hospitales no, pero fuerzas armadas<br />

como ejércitos de ocupación sí. Y en esa lógica, también sirven a los intereses estratégicos de la Casa Blanca<br />

(“Sin dudas Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, pudo decir el presidente<br />

estadounidense Roosevelt).<br />

Designar a un Estado como supuestamente “fallido” implicaría que “alguien” acuda a su salvación –<br />

obviamente una fuerza externa, bien preparada y dispuesta a “ayudar”–, tal y como ocurre en Afganistán,<br />

Haití, Irak y Somalia, entre otros. Esto nos llevaría a preguntar: si un Estado es “fallido” ¿cómo salvarlo?<br />

¿Privatizándolo? ¿Por medio de la intervención militar de una fuerza extranjera que sea “capaz” de hacerse<br />

cargo de él?

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