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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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En la “guerra” de Felipe Calderón contra el narcotráfico –que ha costado más de 40 mil<br />

vidas–, para obtener una sentencia firme por delincuencia organizada se necesita un<br />

militar cada tres años, señala el maestro en ciencias penales Delio Dante López Medrano.<br />

Y es que, mientras datos del Consejo de la Judicatura federal indican que, de enero de<br />

2007 a febrero de 2010, únicamente se han dictado 735 sentencias de última instancia por<br />

delincuencia organizada y 43 mil 849 por delitos contra la salud en todas sus modalidades,<br />

información de la Secretaría de la Defensa Nacional detalla que son 70 mil efectivos del<br />

Ejército los que diariamente “patrullan” las calles.<br />

Una sentencia condenatoria es un criterio de efectividad: si se detiene a una persona y al<br />

final se obtiene la sentencia condenatoria, el procedimiento ha sido exitoso desde el punto<br />

de vista de la autoridad, explica López Medrano.<br />

Agrega que, si se considera que la mayoría de las detenciones vinculadas a delitos<br />

federales como crimen organizado y narcotráfico las realizan militares, “resulta que<br />

necesitamos un soldado, un militar, para obtener una sentencia condenatoria cada tres<br />

años. Esto, notablemente, nos habla de ineficacia o inoperancia, cuando menos”.<br />

El cálculo –explica el académico en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la<br />

Universidad Nacional Autónoma de México– se obtiene de las tres variables: el número de<br />

militares en las labores de la “guerra” contra las drogas, el número de detenidos (que, a<br />

decir de las autoridades, supera los 121 mil) y el de sentenciados.<br />

“Si relacionamos esas tres variables, nos da la aproximación, cerrando números, de que la<br />

actividad de un militar se va a traducir en una sentencia condenatoria cada tres años<br />

exactamente.”<br />

López Medrano agrega: “Este dato nos habla de una absoluta ineficacia. Ahora, ¿a qué se<br />

debe esta ineficacia? Uno de los factores, desde el punto de vista técnico, es que los<br />

militares no están capacitados para recabar pruebas: al final de cuentas, lo que un juez va<br />

a analizar son pruebas. ¿Y por qué no están capacitados? Porque las pruebas que están<br />

atendiendo son básicamente dos: la confesión y los llamados testigos anónimos o testigos<br />

protegidos. Los testigos anónimos no son otra cosa que quienes dicen que parece que<br />

alguien traficó o que está metidísimo en las drogas. Ésa es una prueba muy endeble, y es<br />

prácticamente seguro que, al final del procedimiento, ésa no va a ser efectiva. Por eso hay<br />

índices tan bajos de éxito en cuanto a las sentencias condenatorias”.<br />

Respecto de la confesión, el investigador dice que es común que los militares la obtengan<br />

con torturas. “Esto es muy obvio cuando nos presentan a los detenidos. Por lo tanto, van a

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