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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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sino hasta Chile y Argentina… Con todo, los autores no dejaban de tener escrúpulos morales sobre las armas<br />

finales, a diferencia de los políticos y militares que decidieron usarlas.<br />

El desencadenamiento de la energía atómica fue el fruto de una compleja interacción entre escritores, físicos<br />

e ingenieros. Cuando el presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, gran lector de ciencia ficción,<br />

volaba al encuentro de Potsdam en 1945 con Stalin y Churchill para dividirse el mundo de posguerra, ya tenía<br />

en mente, incluso ya con la Alemania rendida, bombardear Hiroshima antes de que la URSS pudiera invadir<br />

Japón. En ese momento su comitiva tuvo que escucharlo leer un fragmento de un poema que llevaba en su<br />

billetera desde 1910 de Alfred Tennyson, en el que profetizaba “espantosas” armas arrojadas desde globos<br />

aerostáticos que llamarían al silencio “al redoble bélico”.<br />

Sin embargo, para no facilitarle las cosas a esos que desprecian la ciencia ficción sólo por prejuicio, Franklin<br />

también pasa revista a toda una literatura antibélica que surgió hacia los años sesenta. Los nuevos escritores<br />

de ciencia ficción, alarmados por el monstruo que sus antecesores habían creado, se alinearon del lado de la<br />

cordura. El trueno y las rosas de Sturgeon; Matadero 5, de Kurt Vonnegut; La penúltima verdad, de Philip K.<br />

Dick; La guerra interminable, de Joe Haldeman y Doctor insólito, de Stanley Kubrick son algunos de esos<br />

alegatos, política y estéticamente superiores a todo lo anterior.<br />

Las cosas comenzaron a empeorar en la era de Ronald Reagan (1981-89). La paranoia alcanzó sus más altas<br />

cumbres con el sistema de defensa estratégica (SDI). La prensa lo rebautizó Star Wars, por si faltaba algo<br />

para mostrar que la realidad se alimentaba de fantasía. Thomas Edison y Nikola Tesla ya habían soñado con<br />

una “Muralla China” de radiaciones. Ahora, un monstruoso dosel de satélites erizados de láseres pondría a la<br />

Unión a salvo de todo mal.<br />

Detrás de esa formidable bravuconada, que indujo a Gorbachev a retirarse de la competencia, había un<br />

lobby encabezado por Edward Teller, el padre de la bomba de hidrógeno (cientos de veces más poderosa que<br />

la de Hiroshima), al que Kubrick había caricaturizado como Doctor Insólito. Con él se alineaba un grupo de<br />

escritores de ciencia ficción como Robert Heinlein, un referente de la derecha más agresiva, y el editor Ben<br />

Bova. Muchos eran empleados del gobierno, y a veces era difícil trazar el límite entre la ficción literaria y la<br />

propaganda encubierta.<br />

Cuando cayó el Muro de Berlín, la Historia no acabó, a pesar de Fukuyama. Cuando Bush (padre) invadió Irak<br />

festejó “el fin del síndrome de Vietnam”. Rambo volvía a la acción, y con él nuevas camadas de escritores de<br />

ciencia ficción se ponían a imaginar guerras espaciales y guerreros con armaduras invencibles.<br />

Un cierto revisionismo neocon vino a ensañarse recientemente incluso con aquella ciencia ficción humanista.<br />

En su breve Historia política de la ciencia ficción (2007) el crítico Eric S. Raymond construye un nuevo canon<br />

donde lo único que merece rescatarse son los seguidores de Heinlein y no deja de insinuar que todos los que<br />

criticaban el armamentismo eran comunistas encubiertos.<br />

En las nuevas ficciones, y en esos juegos interactivos que a veces parecen diseñados por nazis de la SS, no<br />

sólo se trata de matar extraterrestres. La paranoia, el racismo y las fantasías de omnipotencia gozan ahora<br />

de ámbitos virtuales donde se puede entrenar sin culpa a cualquier potencial genocida.<br />

Franklin nos recuerda que la carrera armamentista no ha concluido, le dedica cierto espacio al armamento<br />

de última generación (norteamericano, ruso y chino) y nos deja sin demasiadas esperanzas. Aún cabe soñar<br />

con un tiempo en que esos delirios serán vistos como propios de un pasado repudiable, pero por ahora, lo<br />

más difícil de imaginar es un mundo sin superarmas.<br />

AIE: El nuevo máximo de emisiones de CO2 en 2010 es un 5% superior al de 2008<br />

30 Mayo <strong>2011</strong> Haga un comentario

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