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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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La muralla está empezando a agrietarse.<br />

Durante años, China le ha puesto trabas a la entrada y salida de capital de su economía, la segunda mayor<br />

del mundo. Ahora, el gobierno de Beijing está promoviendo una campaña para que el yuan juegue un rol<br />

protagónico en el escenario global y, como consecuencia, están apareciendo fisuras en esa monumental<br />

barrera financiera.<br />

Un yuan que sea utilizado más ampliamente en el comercio internacional y en las inversiones podría llegar a<br />

desafiar la supremacía del dólar, corregir algunos de los desequilibrios que plagan la economía china y la<br />

global y obligar a un Estados Unidos derrochador a vivir dentro de sus posibilidades.<br />

No será una transición fácil. Hay poderosos intereses creados en China que están satisfechos con el status<br />

quo y que intentarán frenar cualquier intento de reforma. Pero los cambios que China ha implementado<br />

hasta ahora han generado ímpetu tanto dentro como fuera de sus fronteras y podrían resultar demasiado<br />

fuertes como para ser resistidos.<br />

Durante más de una década, el hermetismo del capital chino ha sido una característica definitoria de la<br />

economía global. Ha aislado al país del flujo internacional de capital, lo que le ha permitido salvarse de la<br />

crisis asiática de 1997 y salir prácticamente ileso de la crisis financiera estadounidense de 2008.<br />

Además, al negarles a los mercados de divisas un papel en la fijación del tipo de cambio, el gobierno ha<br />

podido mantener el valor del yuan en un nivel artificialmente bajo, alimentando un auge exportador que ya<br />

dura 30 años. Dado que los ahorradores chinos no pueden llevar su dinero al extranjero, los bancos han<br />

ofrecido bajas tasas de interés, manteniendo el costo del capital para la industria a precios bajísimos y<br />

apuntalando una ola de inversiones.<br />

Shenzhen es un buen ejemplo: la que en 1979 era una aldea de pescadores es ahora una ciudad de 14<br />

millones de habitantes construida alrededor del cuarto puerto de mayor tráfico del mundo. El capital de bajo<br />

costo subsidió la construcción de infraestructura de transporte y energía, fábricas y plantas de ensamblaje.<br />

Un yuan subvaluado, combinado con la mano de obra barata, le dio una ventaja competitiva a sus empresas<br />

frente a rivales extranjeros.<br />

Pero la manipulación del tipo de cambio y las tasas de interés bajas tiene un costo. El capital barato se ha<br />

traducido en un exceso de capacidad en el sector industrial y burbujas en el mercado inmobiliario. La gestión<br />

del tipo de cambio en un momento de superávit comercial ha resultado en la acumulación de reservas<br />

descomunales en moneda extranjera: US$3,04 billones (millones de millones) para los que China tiene pocas<br />

opciones aparte de reciclarlos como créditos baratos para Estados Unidos.<br />

Una de las primeras brechas en la restrictiva política china se produjo en julio de 2009, con un plan para<br />

permitir que las importaciones y las exportaciones se transaran en yuanes. En el primer trimestre de <strong>2011</strong>,<br />

US$ 55.000 millones del comercio chino (7% del total) se transaron en yuanes. Para fines de abril de <strong>2011</strong>, los<br />

depósitos en yuanes en el sistema bancario de Hong Kong habían subido a 511.000 millones de yuanes<br />

(US$79.000 millones), aproximadamente nueve veces los de julio de 2009, cuando fue lanzado el programa.<br />

También se están relajando las limitaciones a las salidas de capital. El mes pasado, el gobierno de Shanghai<br />

anunció planes para permitir a los residentes de la ciudad invertir en el extranjero.<br />

Pero una apertura más sustancial requerirá progresos en dos áreas: un tipo de cambio que se acerque a su<br />

valor de equilibrio y tasas de interés fijadas por el mercado. El yuan sigue subvaluado, pero dos factores<br />

sugieren que está mucho más cerca del valor de mercado que antes: se apreció 20% en términos reales desde<br />

2005 contra una canasta conformada por las monedas de sus principales socios comerciales, y el superávit<br />

de cuenta corriente chino cayó a 5,2% del Producto Interno Bruto en 2010 frente a 10,1% en 2007.

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