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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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de Saddam Hussein por ejemplo, o que quizá podrían necesitar de la intervención de Estados Unidos para<br />

¿salvarse? –léase Haití, para el caso, que fuera totalmente devastado en ese intento de “salvación”–. Es más<br />

que obvio que ninguno de todos estos conceptos ha logrado ser sustentado con fundamentos teóricos<br />

sólidos, por lo que, más que formulaciones teóricas serias de las ciencias sociales son construcciones<br />

ideológicas para uso político.<br />

Lo anterior impone definir con precisión algo previo: ¿qué es el “Estado”, ¿qué representa?, ¿por qué existe?<br />

Siguiendo la definición leninista clásica, podría decirse que es “el producto del carácter irreconciliable de las<br />

contradicciones de clase”. La experiencia de cualquier país capitalista lo muestra con evidencia; y más aún:<br />

aquellos designados ahora como “fallidos” lo dejan ver de un modo patético. Sin dudas “fallan” en su<br />

cometido de asegurar servicios básicos a la gran mayoría de la población, pero cuando se trata de defender<br />

los intereses de la minoría en el poder, sin lugar a dudas no fallan. La falta de salud, educación, agua<br />

potable, vivienda, caminos, etc., etc., es lo común en las sociedades pobres –la mayoría en el planeta–; pero<br />

los órganos de seguridad ¡no fallan! La ilusión que nos muestra al Estado como gran administrador, como<br />

garante de la armonía social entre todos los sectores, quizá se puede ver en mayor medida en las economías<br />

más desarrolladas: si bien ahí el Estado también es el mecanismo de control que utilizan las clases dirigentes<br />

para perpetuar su dominación, su desarrollo económico permite llevar más holgadamente los satisfactores<br />

sociales a toda la población, mientras que en los países capitalistas pobres (la gran mayoría del mundo), esos<br />

Estados cumplen muy a medias su cometido de brindar servicios en forma masiva. Pero cuando se prenden<br />

las señales de alarma para el sistema, aún en esas sociedades opulentas el Estado nunca sale en defensa de<br />

las mayorías. El capitalismo salvaje de estos últimos años lo muestra descarnadamente: ¿a quién rescata el<br />

Estado en una crisis financiera, a las masas de desempleados o a los bancos quebrados?<br />

El Estado como control de clase no falla, ni en los países pobres ni en los ricos. Y eso es lo que cuenta para el<br />

sistema. Si en la periferia del Sur no se prestan servicios públicos decorosos, al sistema no le importa:<br />

mientras estén aseguradas las ganancias del gran capital, las cosas marchan. ¿Por qué, entonces, esta nueva<br />

preocupación de los poderes imperiales por las “fallas” que se ven los países pobres? ¿Qué se persigue con<br />

esta novedosa designación de “Estados fallidos”?, ¿qué intereses ocultos hay detrás de este término? Más<br />

aún, si son Estados débiles, con cargas fiscales bajísimas comparados con los del Norte ¿qué los ha llevado a<br />

ser Estados débiles? ¿Recién ahora el imperio se da cuenta de las injusticias estructurales en juego, del<br />

malestar de sus poblaciones?<br />

Desde la época de la “Doctrina Monroe” (1823) “América para los americanos” (a través de la cual Estados<br />

Unidos dejaba claro a Europa que no permitiría ni una colonia más del Viejo Mundo en América, ni tampoco<br />

intromisión o interferencia alguna de Europa en estas tierras), pasando por la “Doctrina del Destino<br />

Manifiesto” y el “Corolario Roosevelt” (*) (ambos de principios del siglo XX, los cuales le daban a Estados<br />

Unidos luz verde para poder intervenir en el territorio de América Latina y el Caribe), y luego la Segunda<br />

Guerra Mundial, (donde las potencias de aquel momento se repartieron el mundo de acuerdo a su capacidad<br />

y conveniencia con Washington proyectándose como la nueva potencia político-militar y económica en<br />

confrontación con la Unión Soviética), puede verse cómo Estados Unidos, de una u otra forma, siempre ha<br />

tratado de delimitar lo que considera su área natural de influencia: América Latina.<br />

El término “Estado fallido”, sin negar que los Estados a los que se le aplica presentan insufribles carencias, no<br />

es una conceptualización de carácter científico con argumentos y fundamentos bien elaborados que<br />

pretende incidir positivamente para cambiarles ese curso; el concepto de “Estado fallido” no es más que una<br />

nueva “doctrina” del gobierno estadounidense para seguir apropiándose de los recursos (naturales y<br />

humanos) de América Latina, África y Medio Oriente.<br />

Con esta prédica constante que el neoliberalismo ya transformó en ley en relación a que el Estado no<br />

funciona (el Estado es intrínsecamente corrupto, ineficiente, inservible, etc., etc.), se persiguen varios<br />

objetivos: la privatización de los servicios de estos Estados a favor de capitales privados, en muchos casos<br />

transnacionales, y que en buena medida son de origen estadounidense; invasiones militares a supuestos<br />

“Estados fallidos” que, según esa lógica en juego, atentan contra la seguridad o la democracia en el mundo,

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