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LECTURAS DE PRIMERA SEMANA DE JUNIO DE 2011 - Insumisos

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violencia. Lo peor es que gozan de impunidad”, relata Córdoba. El homicida fue enjuiciado pero “le dieron<br />

pocos años”, protesta.<br />

“La Justicia para nosotros no existe, está dormida –insiste Gutiérrez–. Denunciamos un montón de veces las<br />

cosas que pasan y seguramente están encajonadas en algún lado.” Aima agrega que el caso de Maribel<br />

Guerra y de Marisol Lobos, atacadas por un prefecto en 2009, llegó a juicio “gracias a la lucha”. La primera<br />

resultó muerta y la segunda perdió un ojo. Pero se lamenta porque el asesinato de Adam Ledesma, el<br />

periodista y delegado ultimado por presuntos narcos, “quedó totalmente impune”. “La madre y su mujer<br />

están tratando de avanzar, pero la Justicia, como siempre, para nosotros los pobres es lenta. Mucha<br />

burocracia y poca resolución”, se queja Aima.<br />

Hacinamiento y vivienda. Para los delegados consultados por Veintitrés, el principal problema es el del<br />

hacinamiento. “El barrio no da abasto con el crecimiento que hubo. No hay viviendas ni cloacas que soporten<br />

la cantidad de gente que vive acá. Con la electricidad pasa lo mismo que con el agua: tanto en invierno como<br />

en verano tenemos cortes. Es imperioso solucionar los temas edilicios y de infraestructura –propone<br />

Córdoba–. En la zona del barrio hay muchos terrenos en los cuales se pueden construir viviendas sociales.<br />

Tanto la Nación como la ciudad tienen los recursos.” Gutiérrez detalla que “en una parcela de cinco metros<br />

por siete pueden vivir cuatro o cinco familias, o sea que en un terreno pueden vivir veinte familias, si edifican<br />

para arriba cuatro o cinco pisos”. Y denuncia que “nadie se hace cargo de los inquilinatos, que se enriquecen<br />

con la necesidad de los vecinos”. La delegada exige que “terminen de urbanizar la Villa 31, es un sueño que<br />

venimos persiguiendo desde que éramos 46 familias, después de los desalojos de la dictadura”.<br />

En relación con las recientes tomas, Córdoba reflexiona que “son la consecuencia de la falta de una política<br />

seria de vivienda, es el último eslabón, el más débil de una cadena, de una serie de hechos”. Por eso,<br />

puntualiza, el juez Gallardo había intimado al Gobierno de la Ciudad para que cerquen el predio que luego<br />

tomaron. “Ya se sabía que estaban organizando una toma que iba a perjudicar la construcción de viviendas<br />

sociales. Fue una maniobra política de algunos sectores que están en contra de la urbanización del barrio.<br />

Esos sectores lo que buscan es jugar con la necesidad de los vecinos, son grupos que pertenecen al macrismo.<br />

Hay una necesidad real de los vecinos y otros que buscan hacer negocios, como en todos lados”, agregó.<br />

Aima recuerda cómo fue creciendo el barrio. “Todo lo que se hizo fue de a poco. Los edificios que tenemos los<br />

hizo la gente, no los hizo el gobierno. Las familias crecieron. Quienes vinieron a la villa cuando eran bebés,<br />

hoy tienen 30 años, están casados y tienen hijos. ¿Y dónde van a ir a vivir? Si no hay lugar para el costado, ¿a<br />

dónde se van a ir? En el año ’91 éramos 1.100 familias, hoy somos 9.000”. Y explica por qué siguen viniendo<br />

paraguayos, bolivianos, peruanos, además de oriundos de otras nacionalidades. “Además del crecimiento de<br />

las familias, vienen muchas personas de distintos países limítrofes, o de provincias como Salta, Jujuy o<br />

Tucumán. No tenían trabajo y se asentaron acá en la ciudad, donde uno encuentra trabajo, un futuro, la<br />

posibilidad de que los hijos estudien”, plantea Aima.<br />

A la falta de espacio y planificación, se suma la “usurpación” que, según los delegados, hacen dos empresas<br />

de micros de larga distancia. “Flecha Bus y Plusmar son empresas que se declaran pobres para establecerse<br />

en la Villa 31 y no pagan agua, ni luz, ni impuestos. Mientras tanto, nosotros seguimos pidiendo espacio para<br />

ampliar la salita”, se lamenta Gutiérrez. Estas empresas estacionan sus micros en el lugar, usan agua y luz y<br />

no pagan los servicios, como si fueran un indigente más.<br />

“Todo lo que pudimos lograr acá salió a través de la lucha. Y eso es lo que vamos a seguir haciendo:<br />

continuar luchando para que nuestro barrio sea mejor, con viviendas, salud y seguridad para todos”,<br />

concluye Aima. Seguramente, la Villa 31 volverá a los titulares de los medios, pero la diferencia es que los<br />

vecinos parecen haber encontrado en la senda de la organización la manera de emular los pasos del padre<br />

Mugica.<br />

La hermana, la madre, la abuela y la mentora

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