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Principios de Neurociencia Haines 4a Ed_booksmedicos.org

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Olfato y gusto 319<br />

© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un <strong>de</strong>lito.<br />

un típico aspecto <strong>de</strong> mapache o <strong>de</strong> oso panda. La notable ausencia<br />

<strong>de</strong> hemorragia subconjuntival pue<strong>de</strong> utilizarse para <strong>de</strong>scartar la posibilidad<br />

<strong>de</strong> un traumatismo ocular directo. En los casos <strong>de</strong> fractura<br />

<strong>de</strong> la base anterior <strong>de</strong> cráneo siempre existe la amenaza <strong>de</strong> lesión<br />

<strong>de</strong>l nervio olfatorio y la posible complicación <strong>de</strong> meningitis. Para<br />

reducir la posibilidad <strong>de</strong> que se produzca una infección bacteriana,<br />

los pacientes pue<strong>de</strong>n recibir tratamiento con antibióticos o medidas<br />

quirúrgicas para reparar una abertura meníngea grave.<br />

Los neuroblastomas (malignos) y meningiomas (típicamente benignos)<br />

también pue<strong>de</strong>n comprometer la función olfatoria. El neuroblastoma,<br />

que es un tipo <strong>de</strong> tumor neuroectodérmico primitivo que<br />

<strong>de</strong>riva <strong>de</strong> células progenitoras primitivas, es infrecuente, se da en niños<br />

y casi siempre se localiza en el lóbulo frontoparietal. Se cree que el<br />

neuroblastoma olfatorio (estesioneuroblastoma) se origina a partir<br />

<strong>de</strong> células neuroepiteliales olfatorias <strong>de</strong> la cavidad nasal y que contribuye<br />

a la obstrucción nasal y a la epistaxis (hemorragia nasal) en las<br />

personas afectadas. Sin embargo, los meningiomas <strong>de</strong>l surco olfatorio<br />

proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> células aracnoi<strong>de</strong>as a lo largo <strong>de</strong> la lámina cribosa<br />

(v. fig. 7-9). Al igual que los meningiomas <strong>de</strong>l ala medial <strong>de</strong>l esfenoi<strong>de</strong>s<br />

y otros meningiomas paraselares, estas neoplasias pue<strong>de</strong>n ocasionar<br />

múltiples trastornos sensitivos y motores. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los déficits <strong>de</strong>l<br />

olfato pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>tectarse anomalías visuales cuando el tumor comprime<br />

el nervio óptico, causando ceguera, atrofia ocular y papile<strong>de</strong>ma<br />

contralateral (síndrome <strong>de</strong> Foster Kennedy). La extensión <strong>de</strong> la masa<br />

al seno cavernoso pue<strong>de</strong> producir, a<strong>de</strong>más, parálisis extraoculares y<br />

entumecimiento facial.<br />

Las pérdidas olfatorias también pue<strong>de</strong> ser resultado <strong>de</strong>l exceso<br />

<strong>de</strong> tabaquismo y <strong>de</strong>l consumo prolongado <strong>de</strong> cocaína. Algunos estudios<br />

indican también casos en los que personas sanas con agu<strong>de</strong>za<br />

olfatoria por lo <strong>de</strong>más normal no son capaces <strong>de</strong> percibir el olor <strong>de</strong> un<br />

compuesto o <strong>de</strong> una clase <strong>de</strong> compuestos concretos. Este fenómeno,<br />

que se <strong>de</strong>nomina anosmia específica, pue<strong>de</strong> ser hereditario como<br />

rasgo autosómico recesivo, y es probable que se pueda explicar por la<br />

ausencia <strong>de</strong> un receptor <strong>de</strong> olores específico. Por el contrario, se ha<br />

<strong>de</strong>scrito un aumento <strong>de</strong> la agu<strong>de</strong>za olfatoria (hiperosmia o hiperestesia<br />

olfatoria) asociada a la migraña y a la histeria. También se ha<br />

observado hiperosmia en <strong>de</strong>terminados estados psicóticos y con el<br />

consumo <strong>de</strong> algunos tipos <strong>de</strong> sustancias tóxicas.<br />

La principal molestia <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> los pacientes con trastornos<br />

quimiosensitivos es la pérdida o la alteración <strong>de</strong>l gusto. No obstante,<br />

los ensayos clínicos ponen <strong>de</strong> manifiesto que, salvo en un pequeño<br />

número <strong>de</strong> pacientes, en realidad la disfunción está en el sistema olfatorio.<br />

La razón <strong>de</strong> esta discrepancia está en que la mayoría confun<strong>de</strong><br />

el gusto con el sabor. Al evaluar a un paciente con una posible lesión<br />

olfatoria es importante saber si presenta algún déficit <strong>de</strong> la capacidad<br />

<strong>de</strong> percibir o <strong>de</strong> reconocer un olor. La <strong>de</strong>tección <strong>de</strong> una sustancia<br />

olorosa indica que el nervio periférico y su vía están conservados. La<br />

i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong>l olor pone <strong>de</strong> manifiesto que la función cortical está<br />

intacta. Si el paciente nota el olor pero no pue<strong>de</strong> recordar su nombre<br />

(agnosia olfatoria), es probable que el trastorno se encuentre en los<br />

niveles superiores <strong>de</strong>l sistema sensorial. Un segundo punto relevante<br />

se refiere al hecho <strong>de</strong> que las pérdidas olfatorias pue<strong>de</strong>n manifestarse<br />

<strong>de</strong> forma unilateral o bilateral. Las <strong>de</strong>ficiencias unilaterales se<br />

suelen observar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la cavidad nasal o <strong>de</strong><br />

compresión <strong>de</strong> un bulbo o tracto olfatorio, asociadas a un tumor. Es<br />

frecuente observar anosmia bilateral en respuesta a un traumatismo<br />

craneoencefálico o a un resfriado común. Pero se ha observado ausencia<br />

<strong>de</strong> olfato en una <strong>de</strong> las narinas en casos avanzados <strong>de</strong> meningioma<br />

<strong>de</strong>l surco <strong>de</strong>l nervio olfatorio.<br />

La disminución <strong>de</strong> la función olfatoria con la edad es frecuente<br />

incluso en personas sanas. Habitualmente la pérdida es gradual, y muchas<br />

veces el paciente no nota estos cambios graduales, que pue<strong>de</strong>n<br />

afectar a la capacidad <strong>de</strong> saborear los alimentos en los ancianos.<br />

También se observa disfunción olfatoria en las enfermeda<strong>de</strong>s neuro<strong>de</strong>generativas<br />

como las <strong>de</strong> Alzheimer y Parkinson, o en la corea<br />

<strong>de</strong> Huntington. Estas enfermeda<strong>de</strong>s neuro<strong>de</strong>generativas afectan a<br />

las vías olfatorias centrales y producen una notable reducción <strong>de</strong> la<br />

capacidad olfatoria <strong>de</strong> la persona afectada. Lo más llamativo es que<br />

estos déficits aparecen muy al principio <strong>de</strong> la enfermedad y pue<strong>de</strong>n<br />

estar entre sus primeras manifestaciones.<br />

Los trastornos <strong>de</strong>l olfato se asocian también a la epilepsia y a diversos<br />

trastornos <strong>de</strong>presivos y psiquiátricos, como la esquizofrenia y la<br />

psicosis <strong>de</strong> Korsakoff. Es frecuente que los pacientes presenten parosmia<br />

(disosmia), una distorsión <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong>l olfato o la percepción<br />

<strong>de</strong> un olor que no es tal (alucinación olfatoria o fantosmia). Estos<br />

episodios, que probablemente se <strong>de</strong>ban a anomalías en la secuencia <strong>de</strong><br />

la actividad neuronal, pue<strong>de</strong>n ser provocados por una lesión irritativa<br />

<strong>de</strong>l lóbulo temporal medial anterior, <strong>de</strong>l hipocampo, <strong>de</strong> la amígdala<br />

o <strong>de</strong>l núcleo dorsomedial <strong>de</strong>l tálamo. En caso <strong>de</strong> epilepsia se ha observado<br />

que la actividad convulsiva focal (parcial) en la región <strong>de</strong>l uncus<br />

<strong>de</strong>l lóbulo temporal se correlaciona con la aparición <strong>de</strong> auras olfatorias<br />

repugnantes o <strong>de</strong>sagradables (cacosmia). Este tipo <strong>de</strong> crisis, que se<br />

conoce como crisis uncinada, pue<strong>de</strong> darse en personas genéticamente<br />

predispuestas a crisis <strong>de</strong> tipo convulsivo, o en personas afectadas por<br />

un tumor, un trastorno vascular, un traumatismo craneoencefálico,<br />

una infección, el consumo <strong>de</strong> sustancias tóxicas o un síndrome <strong>de</strong><br />

abstinencia.<br />

RECEPTORES GUSTATIVOS<br />

Las experiencias <strong>de</strong> los sabores dulce, salado, agrio, amargo y umami<br />

son el resultado <strong>de</strong> una interacción entre los estímulos gustativos y<br />

las células receptoras que se encuentran en los órganos sensoriales,<br />

<strong>de</strong>nominados botones gustativos. Aunque se encuentran por toda la<br />

cavidad bucofaríngea son más evi<strong>de</strong>ntes en la lengua, don<strong>de</strong> aparecen<br />

como estructuras ovoi<strong>de</strong>s con un estrechamiento en su extremo apical.<br />

Cada botón contiene 40 a 100 células. En la actualidad es generalmente<br />

aceptado que en el botón gustativo existen poblaciones <strong>de</strong><br />

células con diferentes funciones. Las células <strong>de</strong> tipo I llevan a cabo<br />

funciones principalmente <strong>de</strong> glía. Las células <strong>de</strong> tipo II o receptoras<br />

poseen receptores acoplados a proteínas G para los compuestos amargos,<br />

dulces y umami. Las células <strong>de</strong> tipo III o presinápticas expresan<br />

proteínas relacionadas con sinapsis y contienen sinapsis convencionales.<br />

Estas células carecen <strong>de</strong> receptores <strong>de</strong>l gusto acoplados a proteínas<br />

G, pero expresan canales candidatos <strong>de</strong> transducción <strong>de</strong>l ácido que<br />

parecen <strong>de</strong>sempeñar un papel en la <strong>de</strong>tección <strong>de</strong> los estímulos agrios.<br />

Las células <strong>de</strong> tipo IV o células basales son progenitoras.<br />

Las células gustativas se extien<strong>de</strong>n <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una lámina basal hasta<br />

la superficie <strong>de</strong>l epitelio. Los extremos apicales <strong>de</strong> estas células<br />

están cubiertos por microvellosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> longitud variable, que se<br />

extien<strong>de</strong>n hasta un poro gustativo. El poro forma una pequeña cavidad<br />

que permite el contacto entre las microvellosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la célula<br />

gustativa y el medio externo (figs. 23-11 y 23-12). Numerosos complejos<br />

<strong>de</strong> unión localizados entre los ápex <strong>de</strong> las células receptoras<br />

limitan el acceso <strong>de</strong> los estímulos a las microvellosida<strong>de</strong>s, que es<br />

don<strong>de</strong> se produce la transducción <strong>de</strong>l gusto. El poro gustativo está<br />

lleno <strong>de</strong> una sustancia rica en proteínas por la que <strong>de</strong>ben pasar<br />

los compuestos para llegar a las microvellosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la célula gustativa.<br />

Estas células sufren un proceso <strong>de</strong> recambio continuo, con<br />

una vida <strong>de</strong> 10 a 14 días. Se cree que las células gustativas nuevas<br />

proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las células basales poligonales que se encuentran en las<br />

zonas basolaterales <strong>de</strong>l botón gustativo. Estas células no intervienen<br />

en la transducción <strong>de</strong>l gusto.<br />

En respuesta a la estimulación gustativa, las células receptoras<br />

segregan ATP por hemicanales <strong>de</strong> uniones gap. Este neurotransmisor<br />

<strong>de</strong>l gusto excita a las células <strong>de</strong> tipo III adyacentes; se ha <strong>de</strong>mostrado<br />

que estas células forman sinapsis morfológicamente i<strong>de</strong>ntificables con<br />

estructuras postsinápticas, y que contienen proteínas que intervienen<br />

en la exocitosis vesicular. Cuando se activan, las células <strong>de</strong> tipo III<br />

liberan serotonina y noradrenalina. Las fibras aferentes forman el<br />

elemento postsináptico <strong>de</strong> una sinapsis química cerca <strong>de</strong> la base <strong>de</strong><br />

la célula gustativa.<br />

Las fibras aferentes penetran en la membrana basal y luego se<br />

ramifican en la base <strong>de</strong>l botón gustativo (fig. 23-11). Cada papila suele<br />

estar inervada por más <strong>de</strong> una fibra aferente, y una misma fibra pue<strong>de</strong><br />

inervar a varias papilas.<br />

DISTRIBUCIÓN DE LOS RECEPTORES GUSTATIVOS<br />

Botones gustativos linguales<br />

Se encuentran botones gustativos, en número variable, en la lengua,<br />

el paladar, la faringe y la laringe humanas. En la lengua, los botones

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