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Principios de Neurociencia Haines 4a Ed_booksmedicos.org

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426 Neurobiología <strong>de</strong> los sistemas<br />

<strong>de</strong> la presión arterial. Por ejemplo, la hipotensión que acompaña a<br />

una hipovolemia (disminución <strong>de</strong>l volumen <strong>de</strong> sangre) representa<br />

un estímulo que favorece la liberación <strong>de</strong> ADH. Como resultado, se<br />

produce una vasoconstricción arterial y aumenta la presión arterial.<br />

En consecuencia, el estado hipotensivo mejora parcialmente.<br />

Tracto tuberoinfundibular<br />

La mayor parte <strong>de</strong> aferencias que llegan a la hipófisis a través <strong>de</strong>l tracto<br />

tuberoinfundibular proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las neuronas <strong>de</strong> pequeño tamaño<br />

(parvocelulares) localizadas en el núcleo arcuato y en la zona periventricular.<br />

Las neuronas <strong>de</strong> los núcleos paraventricular, supraquiasmático,<br />

tuberal y preóptico medial también contribuyen a formar<br />

este tracto (fig. 30-5). Estos axones transportan diversas hormonas<br />

liberadoras a la eminencia media (la superficie más inferior <strong>de</strong>l área<br />

tuberal) y al infundíbulo <strong>de</strong> la hipófisis (tabla 30-2). A continuación<br />

las sustancias son vertidas a un plexo primario <strong>de</strong> capilares fenestrados<br />

(sinusoi<strong>de</strong>s), <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que viajan por las venas porta hasta un plexo<br />

secundario <strong>de</strong> capilares fenestrados situado en la hipófisis (fig. 30-5).<br />

Las hormonas liberadoras <strong>de</strong>l hipotálamo incluyen la hormona liberadora<br />

<strong>de</strong> tirotropina, la hormona liberadora <strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l<br />

crecimiento, la hormona inhibidora <strong>de</strong> la liberación <strong>de</strong> la hormona<br />

<strong>de</strong>l crecimiento (somatostatina), la hormona liberadora <strong>de</strong> la corticotropina,<br />

la hormona liberadora <strong>de</strong> gonadotropina y la hormona<br />

liberadora <strong>de</strong> prolactina (tabla 30-2).<br />

En el lóbulo anterior las hormonas hipotalámicas regulan el funcionamiento<br />

<strong>de</strong> las células a<strong>de</strong>nohipofisarias productoras <strong>de</strong> hormonas.<br />

Las hormonas <strong>de</strong> la a<strong>de</strong>nohipófisis incluyen la hormona <strong>de</strong>l crecimiento<br />

(que afecta principalmente al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l sistema musculoesquelético),<br />

gonadotropinas (que influyen sobre el ovario y el<br />

testículo), corticotropina (que actúa sobre la corteza <strong>de</strong> la glándula<br />

suprarrenal), tirotropina (dirigida a la glándula tiroi<strong>de</strong>s) y prolactina<br />

(que afecta a la producción <strong>de</strong> leche) (tabla 30-2). Estas hormonas<br />

abandonan la hipófisis anterior a través <strong>de</strong> las venas hipofisarias y se<br />

distribuyen por la circulación general.<br />

TUMORES HIPOFISARIOS<br />

La hipófisis se halla vinculada anatómica y funcionalmente al hipotálamo.<br />

En efecto, muchas <strong>de</strong> las funciones hipotalámicas se expresan<br />

a través <strong>de</strong> la hipófisis. Las hormonas convencionales y las hormonas<br />

liberadoras fabricadas en el hipotálamo son transportadas a través <strong>de</strong><br />

los tractos supraopticohipofisario y tuberoinfundibular y son liberadas<br />

al sistema porta hipofisario. Pequeñas lesiones hipotalámicas pue<strong>de</strong>n<br />

bloquear la elaboración y transporte <strong>de</strong> estas sustancias, afectándose<br />

así <strong>de</strong> forma negativa las funciones hipofisarias. De modo similar,<br />

los tumores (a<strong>de</strong>nomas) que asientan en la hipófisis pue<strong>de</strong>n invadir<br />

fácilmente el hipotálamo vecino y poner en peligro sus funciones.<br />

Por ello, en este momento resulta oportuno tratar brevemente los<br />

tumores hipofisarios.<br />

Aunque los <strong>de</strong>fectos visuales no son un tema específico <strong>de</strong> este<br />

capítulo (v. cap. 20), suelen presentarse en pacientes afectos <strong>de</strong><br />

tumores hipofisarios. Estos déficits pue<strong>de</strong>n poner <strong>de</strong> manifiesto una<br />

lesión <strong>de</strong>l nervio óptico inmediatamente rostral al quiasma, <strong>de</strong>l propio<br />

quiasma (fibras no <strong>de</strong>cusadas o fibras <strong>de</strong>cusadas), o <strong>de</strong>l tracto óptico<br />

inmediatamente caudal al quiasma. Por ejemplo, un tumor hipofisario<br />

que ejerza presión sobre el quiasma óptico pue<strong>de</strong> dañar los axones<br />

que se originan en la mitad nasal <strong>de</strong> cada retina, ocasionando una<br />

pérdida <strong>de</strong> visión en la mitad temporal <strong>de</strong>l campo visual <strong>de</strong> cada ojo<br />

(hemianopsia bitemporal), con lo que se reduce la visión periférica<br />

(fig. 30-10).<br />

Los tumores hipofisarios representan el 12% <strong>de</strong> los tumores cerebrales<br />

primarios. En los estudios necrópsicos la presencia total <strong>de</strong><br />

a<strong>de</strong>nomas hipofisarios <strong>de</strong>scubiertos casualmente (no diagnosticados)<br />

ha oscilado entre el 22,5% y el 3,2%, en función <strong>de</strong>l grosor <strong>de</strong> sección<br />

<strong>de</strong> la hipófisis. Los tumores hipofisarios que se diagnostican con mayor<br />

frecuencia entre los jóvenes no suelen ser malignos. Por su parte, los<br />

a<strong>de</strong>nomas casuales se <strong>de</strong>tectan generalmente en la quinta, sexta y<br />

séptima década <strong>de</strong> vida.<br />

Los tumores hipofisarios se pue<strong>de</strong>n clasificar según sus características<br />

secretoras, tamaño, o capacidad invasiva. Los tumores secretores<br />

producen en exceso una o más hormonas hipofisarias; la prolactina es<br />

Figura 30-10. Debido a que el quiasma óptico se localiza directamente por<br />

encima <strong>de</strong> la silla turca, las lesiones hipofisarias suelen ocasionar diferentes alteraciones<br />

visuales, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> las porciones dañadas <strong>de</strong> las estructuras ópticas.<br />

Por ejemplo, un tumor hipofisario que comprime la región <strong>de</strong> la línea media <strong>de</strong>l<br />

quiasma óptico produce una pérdida <strong>de</strong> visión <strong>de</strong> las porciones temporales <strong>de</strong><br />

ambos campos visuales, es <strong>de</strong>cir, una hemianopsia bitemporal.<br />

la hormona más comúnmente afectada. Una segunda clasificación se<br />

basa en su tamaño; los microa<strong>de</strong>nomas son tumores cuya dimensión<br />

es inferior a 1 cm, mientras que los tumores mayores <strong>de</strong> 1 cm <strong>de</strong><br />

diámetro se <strong>de</strong>nominan macroa<strong>de</strong>nomas. Una tercera clasificación <strong>de</strong><br />

estos tumores atien<strong>de</strong> a su grado <strong>de</strong> invasividad; los tumores invasivos<br />

pue<strong>de</strong>n erosionar y exten<strong>de</strong>rse a la duramadre e incluso al hueso esfenoi<strong>de</strong>s.<br />

Los tumores hipofisarios no secretores no producen hormonas y,<br />

en consecuencia, muchas veces quedan sin diagnosticar hasta que no<br />

alcanzan un tamaño consi<strong>de</strong>rable y ejercen presión sobre las estructuras<br />

vecinas (p. ej., el quiasma óptico y el hipotálamo). Los pacientes<br />

con estos gran<strong>de</strong>s tumores tienen síntomas que suelen consistir en<br />

trastornos visuales (en un 60% a un 70% <strong>de</strong> los pacientes) y cefaleas.<br />

Tumores secretores<br />

Tumores secretores <strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l crecimiento<br />

En condiciones normales, la liberación <strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l crecimiento<br />

se ve estimulada por la hormona liberadora <strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l crecimiento<br />

(GHRH) e inhibida por la hormona inhibidora <strong>de</strong> la liberación<br />

<strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l crecimiento (GHRIH), ambas controladas por<br />

el hipotálamo (fig. 30-1L4). Estos factores actúan sobre las células<br />

somatotropas hipofisarias, una <strong>de</strong> las células acidófilas <strong>de</strong> la hipófisis<br />

anterior, regulando la liberación <strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l crecimiento, que<br />

potencialmente pue<strong>de</strong> actuar sobre todos los tejidos <strong>de</strong>l <strong>org</strong>anismo.<br />

Los efectos <strong>de</strong> la hormona <strong>de</strong>l crecimiento, también llamada somatotropina,<br />

están mediados por el hígado a través <strong>de</strong>l factor <strong>de</strong> crecimiento<br />

insulinoi<strong>de</strong> I (IGF-1, <strong>de</strong>l inglés insulin-like growth factor I, en<br />

ocasiones <strong>de</strong>nominado somatomedinas) que actúa <strong>de</strong> forma secundaria<br />

sobre los tejidos periféricos, especialmente el tejido conjuntivo y el<br />

metabolismo óseo, así como sobre el metabolismo hepático. Mientras<br />

que la somatotropina pue<strong>de</strong> promover el crecimiento y el metabolismo<br />

<strong>de</strong> la grasa e inhibir la captación <strong>de</strong> glucosa, unas concentraciones<br />

excesivas pue<strong>de</strong>n dar lugar a diabetes mellitus.<br />

En clínica, los tumores secretores hipofisarios también suelen<br />

<strong>de</strong>nominarse tumores hormonalmente activos o hipersecretores. Las<br />

manifestaciones clínicas <strong>de</strong> un tumor secretor se <strong>de</strong>ben a los efectos

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