Principios de Neurociencia Haines 4a Ed_booksmedicos.org

462 Neurobiología de los sistemas
XII nervio craneal
El nervio hipogloso (XII nervio craneal) inerva los músculos extrínsecos
e intrínsecos de la lengua. Para explorar su integridad, se
pide al paciente que saque la lengua hacia adelante y la mueva de un
lado a otro (fig. 33-20). Cuando existe una lesión del nervio hipogloso
se produce una desviación de la lengua hacia el lado de la lesión, el
lado débil, al intentar protruirla (fig. 33-21). Este déficit se debe a la
parálisis del músculo geniogloso.
Figura 33-17. Paciente con una lesión del nervio facial. El paciente tiene dificultad
para cerrar el ojo izquierdo (A; compárese con la fig. 33-16A, B) y muestra
una caída de la comisura izquierda de los labios, defecto que es especialmente
manifiesto cuando intenta fruncirlos (B; compárese con la fig. 33-16C).
paciente puede experimentar dificultad en la deglución, o disfagia,
o cambios en la frecuencia cardíaca, como por ejemplo taquicardia.
El paladar blando debe observarse mientras el paciente dice «ah».
Normalmente, la úvula permanece en la línea media, pero en casos
de debilidad del paladar en un lado, resulta traccionada hacia el lado
contralateral por la acción sin oposición de los músculos del lado sano
(v. también fig. 25-16).
XI nervio craneal
El nervio accesorio (IX nervio craneal) inerva los músculos esternocleidomastoideo
y trapecio homolaterales. Se explora solicitando al
paciente que gire la cabeza con fuerza contra la mano del explorador contraria
al músculo examinado mientras se palpa el músculo (fig. 33-19);
la contracción del músculo esternocleidomastoideo gira la cabeza
hacia el lado opuesto. El trapecio puede explorarse haciendo que el
paciente eleve el hombro mientras el explorador lo presiona ligeramente
hacia abajo. La lesión de este nervio produce incapacidad para
elevar el hombro contra resistencia (debilidad del músculo trapecio),
una escápula alada en el lado de la lesión e incapacidad para rotar
la cabeza alejándola del lado del músculo esternocleidomastoideo
parético (o hacia el lado sano).
EXPLORACIÓN MOTORA
La exploración motora incluye la valoración del tono y fuerza musculares.
El examen del tono requiere que el paciente se encuentre
lo más relajado posible. Para ello, se le pueden hacer indicaciones
del tipo «relájese» o «deje que yo haga todo el trabajo y relájese», lo
que permite al examinador mover con libertad las extremidades del
paciente. Normalmente, se advierte una ligera resistencia al movimiento
durante toda su amplitud. En la hipertonía hay un aumento
de la resistencia tanto en los músculos extensores como flexores. La
resistencia flexora puede variar entre una resistencia muy ligera y un
grado de intensidad tal que llegue a impedir los movimientos pasivos.
Este aumento del tono se denomina rigidez en tubo de plomo y es
una característica de la enfermedad de Parkinson (v. cap. 26).
La espasticidad es un cambio fásico del tono muscular desencadenado
por un movimiento rápido de la extremidad en extensión
o flexión. El «bloqueo» espástico es un aumento brusco en el tono
seguido de una relajación lenta, parecido al comportamiento de una
bisagra hidráulica de la puerta del maletero de ciertos automóviles.
La espasticidad se observa en las lesiones del tracto corticoespinal. La
hipotonía se caracteriza por una mayor facilidad de los movimientos
pasivos, como se pone de manifiesto por el balanceo pendular de una
pierna extendida y dejada libre, con el paciente en sedestación.
La exploración de la fuerza muscular (fig. 33-22) requiere la colaboración
del paciente. Sus resultados suelen puntuarse como sigue:
+0 = parálisis
+1 = contracción muscular mínima
+ 2 = el músculo se contrae pero el paciente es incapaz de levantar
la extremidad
+ 3 = capaz de mantener la extremidad en contra de la gravedad
+4 = capaz de levantar la extremidad contra una resistencia, pero el
examinador logra vencerla
+ 5 = incapaz de vencer la resistencia
Los diferentes grupos musculares se exploran de forma sistemática,
desde proximal a distal en las extremidades superiores e inferiores,
comprobando el grado y el patrón de fuerza o de debilidad observado
(fig. 33-22). Una lesión en un hemisferio cerebral produce hemiparesia
con debilidad que afecta a la cara y extremidades superiores e
inferiores del lado contralateral (v. cap. 25). Una lesión en la médula
espinal a nivel mediotorácico (o ligeramente por debajo) puede ocasionar
debilidad en ambas extremidades inferiores (paraplejía), con
un déficit sensitivo asociado y alteraciones en el control de esfínteres.
La debilidad que afecta solamente a una extremidad se denomina
monoparesia; suele deberse a la afectación de un plexo o un nervio
periférico, si bien es variable. Una lesión mediocervical de la médula
espinal puede provocar una tetraplejía (parálisis bilateral de las extremidades
superiores e inferiores) con la correspondiente pérdida
sensitiva; si la lesión se localiza en el segmento C1 o C2, el paciente
puede experimentar también dificultad para respirar sin asistencia
ventilatoria. La lesión de un lado de la médula espinal en segmentos
mediocervicales puede dar lugar a parálisis de las extremidades superiores
e inferiores de dicho lado; este déficit se denomina hemiplejía
y suele acompañarse de déficits sensitivos característicos (síndrome
de Brown-Séquard) (v. también fig. 25-13).
Reflejos de estiramiento
Los reflejos de estiramiento muscular se desencadenan mediante la
percusión de los tendones de los principales músculos (fig. 33-23). Los
músculos están inervados por nervios procedentes de segmentos específicos
de la médula espinal. Los impulsos aferentes son conducidos
a la médula espinal, o al tronco del encéfalo, a través de las fibras
sensitivas del nervio periférico y de la raíz posterior o nervio craneal