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JESUS y EL ESPIRITU

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104 Jesús y el Espíritu<br />

fundamente poseída y firme de que la profecía de Isaías se cumplió<br />

en él mismo y en su ministerio.<br />

9.3. Aún más explícito es nuestro tercer pasaje: Mateo 11,<br />

2-6 / Lueas 7, 18-23; particularmente las palabras de Jesús: «Id<br />

y comunicad a Juan 10 que habéis visto y oído: los ciegos ven,<br />

los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los<br />

muertos resucitan, los pobres son evangelizados y bienaventurado<br />

quien no se escandaliza de mí».<br />

La perícopa en su conjunto ha sido cuestionada después que<br />

Strauss advirtiera la dificultad de que el Bautista pudiera trasmitir<br />

y recibir mensajes desde la cárcel. Por el contrario, existía<br />

un motivo apologético obvio para la creación de un episodio que<br />

demostraba cómo el Bautista reconoció a Jesús como Mesías,<br />

de algún modo, antes de su muerte 74. Aún más decisiva ha sido<br />

la consideración de que el heraldo de una figura apocalíptica de<br />

discernimiento vehemente difícilmente podía haber pensado en<br />

identificar al que viene en Jesús.<br />

«No existe para Juan ninguna posible confluencia básica entre<br />

el predicador taumaturgo del reino y el trascendente, en apariencia<br />

y nombre como los demás, que destruye el mal en un<br />

fuego inextinguible, a no ser en el supuesto de una ruptura con<br />

sus convicciones fundamentales, sobre 10 que no existe justificación<br />

adecuada» 75. Podemos añadir que «las obras de Cristo» de<br />

Mateo (11, 2) y la presentación de Jesús por Lucas como «el<br />

Señor» (7, 19), como quizás también la frase «los leprosos quedan<br />

limpios», y «los muertos resucitan» (Mt 11, 5 / Le 7, 22),<br />

muestran claramente que el episodio se considera desde una perspectiva<br />

pospascual.<br />

W. G. Kümmel intenta defender la historicidad esencial de<br />

la narración; pero el intento no prueba mucho, particularmente<br />

porque se equivoca al tomar la referencia adecuada del contexto<br />

de la perícopa en la Q. Es cierto que ó ércbámenos (el que viene)<br />

«de ningún modo era una designación corriente en la Iglesia<br />

74. Strauss 219 ss. El reconocimrento de la mesianidad de Jesús por<br />

parte del Bautista en el Jordán sería entonces un desarrollo ulterior en<br />

la tradición de la relación de Jesús con el Bautista (párr. 46). Véase<br />

también H. SCHÜRMANN, Lukaseuangelium 1 414.<br />

75. C. H. KRA<strong>EL</strong>ING, John the Baptist, New York 1951, 129. Véase<br />

también M. GOGU<strong>EL</strong>, [ean Baptiste, París 1928, 63 ss.; Li!e of [esus 278<br />

ss.: E. LOHMEYER, [obannes der Táuier, Gottingen 1932, 18; G. BORN­<br />

KAMM, [esus, 49; HOFFMANN, 201; E. SCHWEIZER, Matthiius, 165 s.

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