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JESUS y EL ESPIRITU

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El cuerpo de Cristo 445<br />

mina a la edificación y no a la destrucción de sus Iglesias (2 Co<br />

10, 8; 13, 10).<br />

a) ¿De qué fuente procedía la autoridad apostólica de Pablo?<br />

¿De dónde extraía su autoridad como apóstol? Primordialmente<br />

Pablo la hacía derivar de su misión personal recibida del Señor<br />

resucitado y del éxito de su misión en el caso de la comunidad<br />

concreta a la que se dirigía. Esta respuesta se confirma suficientemente<br />

con lo dicho en el cap. IV y en el § 47,2. Lo único que<br />

tengo que hacer es resaltar que ambas partes de la respuesta son<br />

inseparables para Pablo. Lo que le daba autoridad sobre sus<br />

conversos no era sólo la misión que le confirió el Señor resucitado,<br />

sino también el eficaz resultado obtenido en cada caso.<br />

Quienes habían experimentado al convertirse la autoridad de su<br />

misión apostólica, no podían negársela luego sin negar simultáneamente<br />

su propia existencia como cristianos (d. en especial<br />

1 Co 9, 1 s.; 2 Co 3, 2 s.; 11, 2). Tras haberse convertido en<br />

padre de ellos mediante el evangelio, había continuado prodigándoles<br />

su responsabilidad paternal siguiendo atentamente su crecimiento<br />

(cf. especialmente 1 Co 4, 14 s.; 2 Co 12, 14; 1 Ts 2,<br />

11) 90. 2 Co 10, 13-16 bien pudiera significar que para Pablo el<br />

resultado del trabajo de un apóstol representaba la medida de su<br />

autoridad y hasta dónde se extendía la misma (d. antes las notas<br />

84 y 85).<br />

En segundo lugar, el apóstol derivaba su autoridad del evangelio.<br />

«No hay autoridad apostólica que valga para un apóstol<br />

fuera de la de su mensaje» 91. Por supuesto que esta respuesta es<br />

absolutamente inseparable de la primera, pero merece una atención<br />

especial. Ni Pablo podía separarse del evangelio ni podía<br />

tolerar que sus conversos lo abandonaran (cí., en especial, Ca 1,<br />

6 ss. 15 s.; 2, 3 ss.; 3, 1-5; 5, 2 ss.); sencillamente porque el<br />

evangelio había venido a él con la fuerza de una revelación personal,<br />

porque se había manifestado tan liberador y tan dinámico<br />

en su propio caso (Rm 1, 1; 2, 16 Y 16, 25, «mi evangelio»;<br />

90. Véase, además, H. VON CAMPENHAUSEN, Authority, 44 s.; E.<br />

SCHWEIZER, Church arder, 7 h; y véase asi mismo P. GUTIÉRREZ, La<br />

Paternité Spirituelle selon Saint Paul, EB 1968.<br />

91. W. SCHMITHALS, Apostle, 40. Véase también J. ROLOFF, Apostolat,<br />

83 s.; K. KERT<strong>EL</strong>GE, Das Apostelamt des Paulus, sein Ursprung und seine<br />

Bedeutung, BZ 14 (1970) 169 ss., 177; también Gemeinde, 84. Cf. la<br />

primacía que Pablo concede a los carismas de la palabra iStublmacber,<br />

KuD 17 [1971] 36; véase también antes cap. 7 nota 137).

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