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JESUS y EL ESPIRITU

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El cuerpo de Cristo 467<br />

llegaron a cristalizarse en un ministerio más determinado 159. Tenemos<br />

que conformarnos con decir esto. Y, ciertamente, basándonos<br />

en los datos de las cartas pastorales y del catolicismo<br />

posterior no podemos suponer que en Filipos estos ministerios<br />

fueran ya oficios que se desempeñaron por designación y ordenación<br />

160. El modelo de carisma y ministerio que se daba en las<br />

demás Iglesias fundadas por Pablo, sugiere más bien que se trataba<br />

de ministerios carismáticos que las personas en cuestión<br />

habían tomado sobre sus hombros y cuya función se reconoció<br />

como ministerios regulares por parte de la Iglesia de Filipos (cf.<br />

§ 48, 1 Y pp. 461 s.).<br />

Col 4, 17 no nos proporciona más luz sobre el tema. En ese<br />

texto se pide a la comunidad que recuerde a Arquipo lo siguiente:<br />

«Atiende el ministerio (diakonían) que en el Señor has recibido<br />

(parélaben en kyríó), para ver de cumplirlo bien». ¿Se trataba<br />

de un ministerio regular reconocido ya por la comunidad,<br />

o se trataba más bien de un acto de servicio concreto para el<br />

que se le había designado públicamente quizás en fuerza de la<br />

palabra de algún profeta (¿en kyríó?) 161. No tenemos respuesta<br />

para esos interrogantes. El texto no permite llegar a conclusiones<br />

firmes (por ejemplo, en el sentido de que se tratara de un ministerio<br />

oficial (diaconado) para el que Pablo lo habría designado) 162.<br />

Finalmente tenemos los evangelistas y pastores mencionados<br />

en El 4, 11. Está claro que «evangelista» indica un predicador<br />

159. Todavía hay mucho que decir en favor de la idea, surgida con<br />

el Cris6stomo, en el sentido de que Pablo realza especialmente a los<br />

«inspectores y diáconos» porque habían tenido la responsabilidad especial<br />

de recoger y transmitir a Pablo el regalo financiero de los Filipenses<br />

(Flp 4, 10-18); así, por ejemplo, A. HARNACK, Constitusion, 58; BEYER,<br />

TDNT 2, 90; M. GOGU<strong>EL</strong>, Cburcb, 129; aunque la idea pierde fuerza<br />

quizás por la ausencia de toda alusi6n a los «inspectores y diáconos» en<br />

4, 10-18.<br />

160. Cf. W. MICHA<strong>EL</strong>IS, Der Brief des Paulus an die Pbilipper, THNT<br />

1935, 11 s.; J. GNILKA, Geistlicbes Ami, 240-45; G. BORNKAMM, Paul, 183.<br />

Los plurales (inspectores y diáconos) y la falta de artículo definido son<br />

especialmente importantes y dignos de mención. Best, en Studia Evangelica<br />

4, 376 hace caer en la cuenta de que Pablo a sí mismo se llama<br />

únicamente «esclavo» y no «apóstol» (que es como se presenta en el<br />

saludo de sus cartas), por lo que sugiere que en este saludo inicial (1, 1)<br />

Pablo está zarandeando «el primer caso del deseo por situarse eclesiásticamente...<br />

con su poquito de ironía».<br />

161. Cf. M. GOGU<strong>EL</strong>, Cburcb, 129. 382; C. MASSON, L'Építre de<br />

Saint Paul aux Colossiens, Neuchatel 1950, 157.<br />

162. Contra A. M. FARRER, Ministry, 148 s.

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