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JESUS y EL ESPIRITU

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La experiencia de Jesús acerca de Dios. El Espíritu 91<br />

Los puntos importantes para nuestro presente estudio son los<br />

siguientes:<br />

a) Jesús creyó que echaba los demonios por el poder de Dios.<br />

Aquí se aclara esta expresión: el conocimiento de Jesús del poder<br />

espiritual, la prueba visible del poder de Dios brotando de él<br />

para vencer otro poder sobrehumano, el poder demoníaco, para<br />

restaurar y dar plenitud. No deberíamos intentar reducir el sentido<br />

del poder divino, desmitologizarlo, como si ahora, en el siglo<br />

xx, estuviéramos en cierto modo en una situación privilegiada<br />

para determinar los hechos. No se trataba de una mera pericia<br />

técnica, de un «camino» popular; básicamente tampoco era una<br />

conciencia de poseer un poder desde sí mismo, una «fuerte personalidad».<br />

Se trataba de un conocimiento de otro poder actuando<br />

en él, juntamente con la convicción de que este poder era poder<br />

de Dios. Dios actuaba en su acción. Cuando él hablaba o estrechaba<br />

la mano sucedía algo (el enfermo se aliviaba; el prisionero<br />

quedaba libre; el demonio era expulsado). Esto sólo podía ser<br />

el poder de Dios. Entonces, ya es posible concluir; aquí está<br />

la fuente de la autoridad de Jesús (la conciencia de que el<br />

Espíritu de Dios estaba pronto para actuar a través de él; la<br />

conciencia de que Dios quería utilizarlo para curar y para vencer<br />

a los demonios, cuando se enfrentaban a él).<br />

b) Hubo algo totalmente' diferente, ciertamente único sobre<br />

esta conciencia de poder. En la medida que Jesús se interesaba<br />

la práctica de este poder fue prueba de que el añorado reino de<br />

Dios había llegado ya a sus oyentes; sus exorcismos demostraron<br />

que la plenitud de los tiempos ya había llegado 32. No deberíamos<br />

permitir familiarizarnos con este aspecto de la predicación de<br />

Jesús, cortando el proceso de esta afirmación. Pues se refiere a<br />

una asombrosa y audaz exigencia. ¡El reino escatológico estaba<br />

ya presente! 33. Los precursores y las realidades apocalípticas, que<br />

las acompañaban, no se hicieron visibles en ninguna parte: la<br />

edad antigua todavía no se había acabado; las convulsiones cósmicas<br />

o triunfos nacionalistas no se habían producido; las cala-<br />

32. Sobre el signficado de épbtbasen véase, en especial, KÜMM<strong>EL</strong>, Promise<br />

106 ss.<br />

33. Flusser 90 escribe que Jesús «es el único judío que conocemos<br />

de la antigüedad que predicó no sólo que los hombres estaban a las<br />

puertas del fin de los tiempos, sino que una nueva era de salvación había<br />

comenzado ya»; H. BALTENSWEILER, Wunder und Glaube im Neuen<br />

Testament, T2 23 (1967) 243-48.

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