JESUS y EL ESPIRITU

164 Jesús y el Espíritu
misma que la de Jesús? ¿En qué sentido son difirentes? ¿Cómo
se relacionan? ¿En qué sentido fue Jesús el objeto de su experiencia?
¿O se trataba simplemente de la experiencia del «Espíritu
de Jesús», como un modo de afirmar que se conservaba la
influencia espiritual de Jesús? l. Podemos plantear el problema
en términos más generales: ¿qué fue lo que los cristianos primitivos
experimentaron? ¿Cuáles fueron las características carismáticas
de sus experiencias? ¿En qué medida fue peculiar su
experiencia dentro del ambiente religioso de su época? Estas son
algunas de las cuestiones que debemos recordar en este capítulo
y en los siguientes. Para comenzar, sin embargo, debemos limitarnos
nosotros mismos a las experiencias iniciales de las comunidades
más primitivas. ¿Cuáles fueron las experiencias espirituales
que llevaron a la Iglesia-embrión a su nacimiento?
Aquí nos enfrentamos, desde luego, con un problema difícil,
porque los orígenes históricos del cristianismo se pierden, en gran
medida, para nosotros en la nebulosidad del tiempo. Para un
cristiano no hay época alguna en la historia más exasperadamente
obscura que los misteriosos treinta años entre la muerte de Jesús
y la publicación del evangelio más antiguo. Es cierto que las
Cartas de Pablo iluminan parcialmente estas tinieblas; pero sólo
en algún sentido. Por otra parte, la teoría de la critica de las
formas, a pesar de sus decididos esfuerzos, sólo ha arrojado algunas
ráfagas de luz en puntos concretos. Los Hechos, desde luego,
parecen presentar este período con algún detalle; pero el investigador
atento advierte pronto lo que, por ahora, podemos calificar
como un cierto uso estilístico tanto del material como de la
historia, y de amplias lagunas tratadas sólo con una palabra, o
dos, o ninguna, de manera que el relato de los Hechos aumenta
de nuevo, más que disminuir, el misterio de los primeros años.
17.2. A primera vista, la cuestión histórica con la que nos
enfrentamos en nuestro estudio particular parece orientarse en
dos dirección claras: las manifestaciones de la resurrección, y las
experiencias del Espíritu. Cualquiera que esté familiarizado con la
Biblia conoce bien que el libro de los Hechos comienza la historia
del cristianismo con un bloque de manifestaciones de la
resurrección, después de un período de 40 días, seguido de una
experiencia del Espíritu totalmente diferente (Pentecostés), con
un intervalo claro de diez días, separando y distinguiendo el uno
1. Cí. el grito revolucionario de fines de los años 60: "El Che vive".