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JESUS y EL ESPIRITU

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538 Jesús y el Espíritu<br />

hijos por haber recibido el Espíritu de filiación (8, 15), tienen<br />

que experimentar la misma transición y transformación en orden<br />

a la filiación plena (8, 23) que el mismo Jesús experimentó (Rm<br />

1, 3 s.), si es que de verdad quieren ser coherederos con él; es<br />

decir, tienen que pasar por la muerte y la resurrección o, más<br />

exactamente, por su muerte y su resurrección, puesto que ninguna<br />

otra muerte abrió el camino a la resurrección.<br />

Todavía más atrevido es el texto de 2 Co 1, 5, donde Pablo<br />

califica a sus sufrimientos de participación en los sufrimientos de<br />

Cristo 153. Los sufrimientos por que pasó Cristo no se acabaron<br />

en la cruz. Mientras que el mundo viejo siga en pie, están incompletos<br />

los sufrimientos que acaben con ese mundo y que comenzaron<br />

con la muerte de Cristo. Así que los que son de Cristo<br />

y sufren en este mundo, sufren como seguidores de Cristo y participan<br />

en los sufrimientos de Cristo 154.<br />

El texto más comprometido en este sentido lo encontramos,<br />

sin duda, en Col 1,24, donde se dice que los sufrimientos propios<br />

de Pablo completan lo que le falta a la pasión de Cristo 155.<br />

También aquí se piensa en los padecimientos de los últimos tiempos<br />

156, Y se explicita la tensión implícita en los versículos anteriores.<br />

Por una parte, Cristo ha pasado ya por los dolores mesiánicos,<br />

los cuales son por definición los sufrimientos de Cristo; ya<br />

se ha hecho lo que había que hacer para traer el mundo nuevo.<br />

Pero, por otra parte, el mundo nuevo no ha llegado todavía; los<br />

creyentes experimentan la vida resucitada en Cristo, con Cristo<br />

153. El gerutrvo «sufrimientos de Cristo» tiene que referirse a los<br />

sufrimientos que Cristo padeció; Pablo piensa en Jesús como en compañero<br />

de padecimientos y no tanto como en el autor de ellos. Véase,<br />

por ejemplo, H. SCHLIER, TDNT 3, 143 s.; R. C. TANNEHILL, 91, quien<br />

también se ocupa de 2 Co 7, 3 (pp. 93 ss.). H. WINDISCH, 2 Co 40, sugiere<br />

que el genitivo es intencionaamente ambiguo, incluyendo tanto la<br />

idea de los sufrimientos propios de Cristo (un «sufrir con» en sentido<br />

místico) y la idea de los sufrimientos por voluntad de Cristo. Véase<br />

también antes nota 148.<br />

154. Cf. H. WINDISCH, 2 Co 41; C. K. BARRETT, 2 Co 61 s. Como<br />

advierteWindisch es extraña al judaísmo la idea de sufrir los dolores<br />

mesiánicos con el mesías.<br />

155. Véase antes nota 153; contra A. WIKENHAUSER, Mysticism, 160 ss.<br />

156. Véase especialmente E. LOIlSE, Colossians, 70 ss.; también C.<br />

F. D. MOULE, Colossians, 76 ss.; ambos autores advierten que Pablo aquí<br />

no está pensando en la muerte de Jesús como expiación. Para la historia<br />

de la interpretación véase J. KREMER, Was an den Leiden Cbristi nocb<br />

mangelt, Bonn 1956, 5·154.

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