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JESUS y EL ESPIRITU

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510 Jesús y el Espíritu<br />

que sigue en pie a través y más allá del grito de agradecimiento;<br />

se trata de una antítesis constante entre mente y carne. Resumiendo,<br />

la guerra no se acaba con la venida del Espíritu, sino que, al<br />

contrario, es precisamente entonces cuando comienza 67. El servicio<br />

a la ley de Dios significa victoria para el Espíritu y el servicio<br />

a la ley del pecado significa victoria para la carne. Y no se da<br />

batalla en la que la carne sea totalmente la perdedora hasta que<br />

se haya librado el último combate. Esta es la paradoja y lo que<br />

constituye la tensión de la experiencia del creyente mientras este<br />

mundo se mantenga (simul iustus et peccator).<br />

5) La primera impresión que se tiene de 8, 1 ss. es la de que<br />

habla de una experiencia totalmente diferente. Pero, en realidad,<br />

lo que estos versículos hacen es sencillamente ocuparse de la otra<br />

perspectiva de la paradoja. Rm 8, 2 no puede indicar liberación<br />

completa frente al poder de la carne y de la muerte, pues los<br />

hombres del Espíritu también mueren (1 Ts 4,13; 1 Ca 15,26).<br />

Rm 8, 2 habla más bien de una experiencia en la que, tras la<br />

venida del Espíritu, la ley del pecado no es ya la única que lleva<br />

la voz cantante de la conducta actual o el determinante definitivo<br />

del destino final. Y en 8, 4 ss. Pablo no contrapone al creyente y<br />

al que no lo es 08, sino que lo que hace es confrontar al creyente<br />

con ambos lados de la paradoja, con las dos perspectivas de su<br />

naturaleza creyente, que es lo que vuelve a tratarse con más fuerza<br />

en 8, 12 s. Si el hombre vive únicamente al nivel de la carne,<br />

sólo en cuanto carne, entonces su destino último es la muerte<br />

(vv. 6 ss, 13a; Ga 6, 8a). Pero si, por el contrario, deja que su<br />

caminar sea dirigido por el Espíritu, entonces su destino último<br />

es la vida -vida en la muerte, vida a través de la muerte, vida<br />

allende la muerte (vv, 6. 10 s., 13b; Ga 6, 8b). Esta paradoja<br />

continua entre carne y Espíritu, muerte y vida, se expresa con<br />

claridad en el v. la: «Mas si Cristo está en vosotros, el cuerpo<br />

está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia» 69.<br />

67. Cf. Calvino sobre 7, 15: «Se ha dicho muy acertadamente que<br />

el hombre carnal se zambulle en el pecado con el consentimiento y<br />

cooperación de toda su alma, pero que tan pronto como ha sido llamado<br />

por el Señor y renovado por el Espíritu aparece una división» (edición<br />

Torrance),<br />

68. En 8, 9 adviértase el eiper; véase ]. D. G. DUNN, Baptism, 148.<br />

69. Se equivoca RSV al traducir como plurales: «cuerpos» y «espíritus»<br />

los términos sáma y pneúma. La mayoría de los comentaristas<br />

modernos reconocen que en el contexto pneüma casi con certeza significa<br />

Espíritu (Santo).

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