JESUS y EL ESPIRITU

520 Jesús y el Espíritu
45,2), también hay que decir que el Espíritu resulta reconocible
sólo donde la comunidad del Espíritu manifiesta el carácter de
Cristo.
Resumiendo, Pablo realmente considera todas las manifestaciones
del Espíritu que sus conversos y sus oponentes afirman
tener y dice con toda firmeza: «El criterio a aplicar es Jesús».
El carácter del acontecimiento de Cristo es la señal del Espíritu.
Cualquier experiencia religiosa que no reproduzca este carácter,
sea en el individuo sea en la comunidad, está claro que hay que
condenarla, como ilusoria o como demoníaca, no siendo ciertamente
la obra del Espíritu escatológico, porque éste no es ni
más ni menos que el Espíritu de Cristo.
54.2. Cristo es el Espíritu vivificante. Cuando se trata de
expresar la relación del Espíritu con Cristo, Pablo 10 puede hacer
no solamente a base de definiciones, sino también mediante una
comparación: «el segundo Adán se hizo Espíritu viviíicante» (1
Co 15, 45)98. Con la expresión «segundo Adán», Pablo piensa
indudablemente en Jesús resucitado, en cuanto comienzo de la
nueva humanidad y primogénito de una nueva familia humana
(Rm 8, 29; 1 Co 15, 20 ss.). Lo mismo que el primer Adán se
convirtió en viviente por creación, el segundo Adán se hizo
Espíritu vivificante mediante la resurrección 99. Al utilizar la expresión
«Espíritu vivificante» Pablo indudablemente habla echando
mano de la experiencia religiosa de los creyentes; el «Espíritu
viviíicante» es el poder que los creyentes experimentaron como
nueva vida, vida liberadora, vida de los muertos (Rm 8, 2; 2 Ca
3, 6 ss.) 100. Para nosotros 10 interesante es que Pablo iguala a
Jesús resucitado con el Espíritu que vivifica. No dice que por
su resurrección Jesús se convirtiera en cuerpo espiritual (aunque
esto está implicado en el contexto). Tampoco afirma que por su
resurección Jesús se convirtiera en espíritu vivificante (por más
que entonces el paralelismo con v. 45 sería mejor). Lo que inten-
98. Para lo que sigue me sirvo de mi estudio sobre este versículo
en CSNT 127-41, donde se analiza a la luz de su contexto y donde se
discuten más detalladamente otros aspectos. Deseo llamar la atención
sobre G. Vos, Eschatology and the Spirit, 231 ss., 242 ss., 255 ss., estudio
que yo he podido consultar desde entonces. Sobre el uso y la importancia
de Gn 2, 7 en la teología de los oponentes de Pablo y en el gnosticismo
posterior, véase la tesis doctoral de Pearson.
99. DUNN, CSNT 140 s. y los autores citados allí en nota 37.
100. J. D. G. DUNN, CSNT 131 s.