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JESUS y EL ESPIRITU

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504 Jesús y el Espíritu<br />

Así que el Espíritu es el poder que los antiguos hombres de<br />

fe pensaron que estaba reservado para la época futura. Fue tan<br />

grande la experiencia que los primeros cristianos tuvieron de<br />

un poder íntimo que transformaba y hacía nuevo, que sacaron<br />

la conclusión siguiente: este es e! poder de la nueva era, es el<br />

Espíritu escatológico. El Espíritu era la presencia de la bendición<br />

futura. El Espíritu era el poder de la época de la resurrección<br />

experimentado, y actuando ya en orden a preparar a los<br />

receptores de ese poder para la era que estaba llegando. Aquí<br />

comienza a vislumbrarse una respuesta paulina para la cuestión<br />

que nos planteamos: los carismas se tienen que colocar y considerar<br />

en el contexto de la radical tensión escatológica de la experiencia<br />

cristiana. Todo lo que rompa, aminore o ignore esta tensión<br />

desemboca o en la inestabilidad y fluctuación de la experiencia,<br />

o termina por hacerla rígida y formalista, y ambas cosas son<br />

potencialmente peligrosas para el individuo y, por ende, para su<br />

comunidad. Pablo no se atreve a supervalorar e! ya ni a olvidar<br />

e! todavía-no; pero tampoco intenta resaltar el todavía-no, dejando<br />

de lado el ya. Sólo reconociendo al Espíritu en su condición<br />

de realidad escatológica, es como podemos empezar a entender<br />

al Espíritu carismático so.<br />

53.3. La guerra entre el Espíritu y la carne. La tensión escatológica<br />

adquiere según Pablo su expresión existencial más clara<br />

en el reconocimiento por parte del creyente de que es un hombre<br />

dividido} un hombre con vinculaciones contradictorias. Está viviendo<br />

en la encrucijada de ambas eras, perteneciendo simultáneamente<br />

a ambas. Así que mientras continúe este mundo, está<br />

con un pie en ambos espacios y es, al mismo tiempo, pecador y<br />

justo. En cuanto «alma viviente» es descendiente del «primer<br />

Adán», pero pertenece al «segundo Adán» en cuanto que experimenta<br />

al «Espíritu viviíicante» (l Co 15, 45) SI. Como cristiano<br />

tiene el Espíritu, está «en Cristo» (Rm 8, 9); pero, al mismo<br />

tiempo, sigue siendo carne, continúa siendo parte de! mundo (Rm<br />

50. Cf. O. CULLMANN, Christ and Time, 144: «Si la iglesia posterior<br />

ha perdido tanta vitalidad, si las obras del Espíritu, comparadas con las<br />

de la iglesia primitiva, son tan pocas, todo ello se debe al hecho de que<br />

esta conciencia de encontrarse como iglesia en el plan muy definido de<br />

historia redentora, la conciencia de hallarse en el camino de la resurrección<br />

a la parusía, o se ha perdido o, al menos, se ha debilitado en gran<br />

medida».<br />

51. Véase, además, DuNN, CSNT 132 ss.; y luego § 54, 2.

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