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JESUS y EL ESPIRITU

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202 Jesús y. el Espíritu<br />

La segunda etapa habría estado motivada por la difusión del<br />

evangelio en las áreas más dominadas por el pensamiento helenístico.<br />

La aversión helenística por lo material fundamentó la<br />

idea de una resurrección del cuerpo físico como tema de escarnio<br />

(d. Hch 17,32; 1 Co 15, 12.35; d. anteriormente p. 180).<br />

El segundo período, entonces, estuvo marcado por un abandono<br />

de la idea de la restauración de la carne en la resurrección, y por<br />

una redefinición del concepto de resurrección corporal. En la<br />

medida que podemos determinarlo, fue Pablo mismo quien dio<br />

este paso. El rechazó la creencia en una resurrección concreta de<br />

tipo físico; porque «la carne y la sangre no pueden poseer el<br />

reino de Dios» (1 Co 15, 50) 108. En esta amplificación, él estuvo<br />

influenciado por el pensamiento griego; pero no fue más allá,<br />

pues ni cayó en el dualismo cuerpo-espíritu, ni afirmó una esperanza<br />

en «[a inmortalidad del alma» 109. La carne no será renovada;<br />

pero el cuerpo, sí. Esta distinción entre carne y cuerpo<br />

fue un golpe atrevido y temerario, pues en el uso general de<br />

la época sóma (cuerpo) y sarx (carne) eran más o menos sinónimos,<br />

refiriéndose ambos al cuerpo físico. El pensamiento hebreo<br />

no tenía ninguna palabra para expresar «cuerpo», y en los LXX<br />

y en los libros apócrifos tanto sóma y sarx, fueron usados en<br />

·lugar del hebreo basar, que significa propiamente «carne» 110. Así<br />

también, en el pensamiento con más influencia gnóstica, aunque<br />

la antropología básica fuera muy diferente, sóma juntamente con<br />

sarx (y psyjé = alma) aparecían en contraste menospreciativo<br />

con pneuma (espíritu) 111. Pablo, frente al problema de cómo presentar<br />

la fe en la resurrección dentro de un contexto helenís-<br />

108. Cf. J. WEISS, Der erste Korintberbriei, KEK 1910, 345. 377.<br />

1 Co 15, 50a puede aplicarse a quienes vivan todavía cuando la parusía<br />

(J. JEREMIAS, 'Flesb and Blood Cannot Lnberit tbe Kingdom of God' [1 Co<br />

15, 50], NTS 2 [1955-56] 151·59; BARRE'IT, 1 Cor 379; pero véase también<br />

E. SCHWEIZER, TDNT 7, 128 s.; CONZ<strong>EL</strong>MANN, 1 Kor 345 s.). Más<br />

aun así sirve ciertamente también para excluir una reconstitución de la<br />

idea del cuerpo físico en la resurrección.<br />

109. O. CULLMANN, Immortality 01 the Soul or Resurrection 01 the<br />

Dead?, ET Epworth 1958.<br />

110. J. A. T. ROBINSON, The Body, SCM Press 1952; 11 s.; SCHWEI­<br />

ZER, TDNT 7, 1047.<br />

111. Cf. SCHWEIZER, TDNT 7, 1055 s. Véase también B. A. PEARSON,<br />

The Pneumatikos-psychicos Terminology in 1 Corintbians, SBL Dissertations<br />

12 (1973), cap. 3, p. 26. que acertadamente llama «un conflicto de<br />

dualismo» a la discusión que Pablo tiene con sus contrarios: el dualismo<br />

escatológico de Pablo chocando contra el dualismo antropológico de ellos.

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