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JESUS y EL ESPIRITU

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Manifestaciones de la Resurreccián 165<br />

del otro. Pero un análisis más exacto de todo el material pertinente<br />

motiva inmediatamente la pregunta: ¿Existieron al principio<br />

del cristianismo estas dos formas, separadas y distintas, de<br />

experiencia religiosa? ¿Podemos nosotros (y pudieron ellos) distinguir<br />

las manifestaciones del resucitado y las experiencias del<br />

Espíritu de un modo tan completamente evidente como sugiere<br />

Lucas? La cuestión se nos plantea necesariamente por la sencilla<br />

razón de que sólo Lucas presenta esta fuerte dicotomía. En el<br />

tratado de Pablo sobre la resurrección en 1 Co 15, parece, en<br />

principio, estar de acuerdo con Lucas al presentar las manifestaciones<br />

de la resurrección como algo único; pero entonces relaciona<br />

el tema, describiendo a Jesús resucitado, como «el Espíritu<br />

que da vida» (l Ca 15, 45). Y Juan presenta al Espíritu como<br />

siendo concedido por Jesús resucitado, durante la primera manifestación<br />

a sus discípulos; la manifestación de la resurrección y<br />

la experiencia de Pentecostés sobre el Espíritu van juntas (Jn 20,<br />

22). En consecuencia, debemos preguntar necesariamente: la separación<br />

y distinción de las manifestaciones de la resurrección y de<br />

Pentecostés, ¿fue obra de Lucas, como parte de su estilo literario?<br />

¿Pudo ser que las «manifestaciones de la resurrección» y de<br />

«Pentecostés» fueran sencillamente diversos modos interpretativos<br />

para describir el nacimiento del cristianismo? Esas «manifestaciones<br />

de la resurrección» y ese «don del Espíritu», ¿fueron<br />

simplemente maneras diferentes de clasificar en los orígenes ciertas<br />

experiencias importantes de conversión? Esta es una cuestión<br />

que debemos tratar pronto, cuando examinemos este tema en<br />

Pablo; pero no seremos capaces de resolverlo plenamente hasta<br />

que estudiemos la tradición de Pentecostés en el capítulo V.<br />

Este primer aspecto fundamental nos lleva a considerar un<br />

segundo y más importante problema: ¿En qué consistieron las<br />

«manifestaciones de la resurrección»? Nadie duda que el cristianismo<br />

comenzó con las «manifestaciones de la resurrección».<br />

Lo fundamental para el evangelio cristiano y para la Iglesia fue<br />

la exigencia de que Jesús se manifestó a varios individuos y<br />

grupos después de su muerte. Pero, ¿qué fue lo que ellos experimentaron<br />

realmente? ¿Vieron ellos algo verdaderamente? La<br />

acción de ver, ¿fue una percepción de la mente o de la vista?<br />

Trataremos esta cuestión tan particularmente como sea posible<br />

en términos de experiencia religiosa. Pero no podemos ignorar<br />

el hecho de que es precisamente en este punto donde las cuestiones<br />

críticas nos turban en 10 más profundo, puesto que la<br />

hipótesis de la «visión subjetiva» de D. F. Strauss ha sido man-

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