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JESUS y EL ESPIRITU

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La experiencia de Jesús acerca de Dios. La filiación 55<br />

ción, aunque, en otra parte, es solamente el glorificado, el único<br />

que habla así (Mt 25, 40; 28, 10; Jn 20, 17). También, de<br />

esta manera, Rm 8, 15 Y Ga 4, 6 ponen ambos de relieve y<br />

reducen la distancia cristológica entre Jesús y los cristianos de<br />

un modo sorprendente. Por una parte, hay un reconocimiento de<br />

que la filiación de ellos depende y procede de la filiación de Jesús<br />

(el Espíritu del Hijo). Sin embargo, al mismo tiempo, el Espíritu<br />

que clama «Abba» hace del creyente, no sólo un hijo (como si<br />

estuviera separado de Jesús), sino un ca-heredero con Cristo (Rm<br />

8, 17; Ga 4, 7). De hecho, el deliberado distanciamiento cristológico<br />

en este punto sólo aparece realmente evidente en el evangelio<br />

de Juan con la restricción que hace el cuarto evangelista de<br />

lúas (hijo) para Jesús sólo. Existen muchos «hijos de Dios»<br />

(lekna tbeou, Jn 1, 12; Jn 3, 1 s. 10; 5, 2), mas un solo «Hijo<br />

ele Dios» (uios theou).<br />

3} Si aceptamos la tradición que Jesús eligió un grupo íntimo<br />

de doce discípulos durante su ministerio, lo cual parece muy probable<br />

70, entonces la importancia se fundamenta en el hecho de<br />

que él escogió doce y no precisamente once. Jesús mismo no era<br />

el duodécimo; el grupo estaba completo sin él. Esto quiere decir<br />

que el Israel del final de los tiempos (d. Mt 19, 28b) se simbolizaba<br />

no en él mismo más los otros once, sino en los doce<br />

en cuanto tales. El papel propio de Jesús era otro y diferente.<br />

Hay grandes fundamentos, por consiguiente, para mantener<br />

que Jesús fue consciente, en algún grado, de 10 peculiar en su<br />

relación con Dios, justo frente a aquélla de sus discípulos, y<br />

que la diferencia «mi Padre», «vuestro Padre» es un reflejo de<br />

aquella conciencia que llegó a expresarse en la enseñanza de<br />

Jesús, más bien que algo impuesto más tarde por la tradición<br />

sobre Jesús. Aquí hallamos una conclusión de gran importancia,<br />

70. Véase, por ejemplo, E. MEYER, Ilrsprung und Anjáng« des Christentums<br />

1, Stuttgart 1921, 291 ss. 296 ss. 299; K. H. RENGSTORF, TDNT<br />

325 S.; TAYLOR, Mark 619-23; B. RIGAUX, Die 'Zuiol]' in Geschichte und<br />

Kerygma, en Der historische [esus und der Kerygmatische Christus, ed.<br />

H. Rístow-V. K. Matthiae, Berlín 1961, 468-86; L. GOPP<strong>EL</strong>T, Apostolic<br />

and Post-Apostolic Times, 1962, ET A. & C. Black 1970, 28 s.: J. Ro­<br />

!.OH, Apostolat-Verkündigung-Kirche, Gütersloh 1965, cap. 3; F. HAHN<br />

(con A. Strobel y E. Schweizer), The Beginnings of the Church in tbe<br />

New Testament, ET St Andrew 1970, 31; R. P. MEYE, [esus and the<br />

Twelve, Eerdmans 1968, cap. 8; C. K. BARRETT, The Signs of an Apostle,<br />

Epworth 1970, 23-33; P. STUHLMACHER, Eoangelium-Apostolat-Gemeinde,<br />

KUD 17 (1971) 31.

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