JESUS y EL ESPIRITU

51. Introducción
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El Espíritu de Jesús.
La conciencia de Cristo
¿Basta la experiencia religiosa como legitimación personal?
Ya hemos visto que la experiencia del Espíritu de Dios y de la
gracia son fundamentales para toda la religión paulina tanto para
la doctrina como para la práctica. Hemos estudiado la gama de
experiencias a las que Pablo da el nombre de carisma. Hemos
dicho lo muy importante que es la experiencia carismática para
que una comunidad así sea una realidad viviente. Pero cuanto
más resaltamos la importancia de esa experiencia tanto más acuciante
se hace esta pregunta: ¿Es suficiente la experiencia religiosa
como legitimación personal? Y concretando la cuestión a
nuestro estudio diríamos: ¿Qué tenía la experiencia religiosa de
Pablo para legitimarla como experiencia específicamente cristiana,
o sea, como experiencia de "el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo?". Esta cuestión se la podemos plantear a Pablo con
cierta esperanza de obtener respuesta, puesto que no dejaba de
ser muy consciente de los problemas que entrañaba. Su advertencia
del «problema de la falsa profecía» y su enfrentamiento con
los «falsos apóstoles» en Corinto tuvieron que abrirle los ojos,
si es que no los tenía ya bien abiertos, respecto a la existencia de
experiencias religiosas para todos los gustos, algunas de las cuales
podían legitimar vida y autoridad, mientras que otras no pasaban
de ser, en el mejor de los casos, el error del que uno mismo era
víctima. Así que tenemos que examinar más de cerca qué es la
experiencia religiosa para Pablo y preguntar si en su experiencia
religiosa éste veía algo especial para que él la considerara como
cristiana.