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JESUS y EL ESPIRITU

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180 Jesús y el Espíritu<br />

categoría puede ser designado como una visión. Si alguien ve algo<br />

que los demás, estando presentes, no son capaces de ver, entonces<br />

se da una visión» 41. Ahora, por supuesto, la presentación de la<br />

conversión de Pablo en los Hechos puede tener esta característica<br />

particular en la redacción de Lucas (d. § 18,2). Pero lo que<br />

Lucas, de hecho, está describiendo sobre una buena tradición<br />

está sugerido en 2 Co 4, 6. Este versículo alude casi con certeza<br />

a la conversión de Pablo 42 y la describe en términos de una luz<br />

celestial (=la gloria de Dios, 2 Ca 3, 18; 4,4.6). También aquí<br />

se subraya la subjetividad de la experiencia, pues «Dios hizo<br />

brillar su luz dentro de nosotros (en tats kardíais émón), concediendo<br />

la luz de la revelación; la revelación de la gloria de Dios<br />

en el semblante de Jesucristo» (NEB).<br />

Parece imposible, en consecuencia, negar la subjetividad de<br />

la manifestación de la resurrección a Pablo. Su visión de Jesús<br />

en el camino de Damasco no puede ser descrita como una percepción<br />

física,<br />

e) Esto nos llega a la tercera alternativa, la percepción visionaria.<br />

Apenas puede dudarse que Pablo vio allí algo. Pero, ¿fue<br />

interior la visión, «todo en la mente», o hubo allí algo que ver,<br />

algo exterior a él? Aquí el problema es, como se advirtió anteriormente,<br />

el estado de lo que fue visto.<br />

¿Qué fue lo que Pablo vio realmente? La única respuesta<br />

que Pablo nos permite dar es «Jesús». Y ya hemos dicho que<br />

poco más podemos afirmar, porque Pablo en ningún otro lugar<br />

describe lo que vio y tampoco 10 intenta hacer. Cuando se plantea<br />

la pregunta: ¿con qué se puede comparar la resurrección corporal?<br />

(1 Co 15, 35), élno responde, «es semejante a la resurrección<br />

corporal de Jesús». Por el contrario, él utiliza analogías y<br />

contrastes verbales que al final de todo, realmente, no han clarificado<br />

mucho. Frente a los adversarios, que aceptaron la resurrección<br />

de Jesús aunque aparentemente negaron la idea de una re-<br />

41. W. PANNENBERG, Jesus 93, recogiendo la idea de Grass 229; véase<br />

también J. LINDBLOM, Gesiehte (aquí nota 11).<br />

42. Así la mayoría de los comentaristas; por ejemplo, véase A. PLUM­<br />

MER, 2 Corintbians, ICe 1915, 121; M. DIB<strong>EL</strong>IUS - W. C. KÜMM<strong>EL</strong>, Paul,<br />

ET Longmans 1953, 60; D. M. STANLEY, Cbrist's Resurrection in Pauline<br />

Soteriology, Roma 1961, 48; P. SElDENSTICKER., Die Auferstehung [esu<br />

in der Botscbait der Evangelisten, Stuttgart 1967, 35 s.; F. F. BRUCB,<br />

Cor 196; W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Theology 222; M. E. TRRALL, Cbris¡ Cruciiied<br />

or Seeond Adam, CSNT 148.

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