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JESUS y EL ESPIRITU

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260 Jesús :v el Espíritu<br />

de esta metáfora a la resurrección de Jesús y al don del Espíritu<br />

manifiesta la creencia de que en estos acontecimientos se inició<br />

la cosecha escatológica: comenzó la resurrección de los muertos;<br />

se desarramó el Espíritu de la plenitud de los tiempos. Esta<br />

anticipación de la consumación no pudo encontrar su primera<br />

expresión en Pablo, distanciado ya por algunos años de la resurrección<br />

de Jesús y de Pentecostés. Debe retrotraerse también<br />

a la comunidad más primitiva, como se evidencia en la fórmula<br />

primitiva de Rm 1, 3 s. (ex ánastáseos nekrón) 5. Sin duda alguna,<br />

fueron los creyentes más primitivos de Jerusalén quienes vieron<br />

la resurrección de Jesús y la efusión del Espíritu como el comienzo<br />

de la plenitud, 10 cual, por supuesto, significa que las manifestaciones<br />

de la resurrección de Jesús fueron comprendidas inicialmente<br />

no tanto como un epílogo de la parusía primera de<br />

Jesús, sino más bien como un prólogo de la segunda.<br />

b) Un estudio reciente enfatiza el carácter apocalíptico del<br />

material Q en los Sinópticos 6. Sin entrar en más detalles, arriesgándose<br />

en «el campo de investigación» del Hijo del hombre,<br />

es, sin embargo, bastante claro que los dichos del Hijo del<br />

hombre debieron haber circulado fácilmente en la primitiva comunidad<br />

de Jerusalén, como confirma la historia de la tradición<br />

de estos dichos, y tal vez también Hch 7, 56. Entre éstos sobresalieron<br />

casi con certeza los dichos apocalípticos acerca de la<br />

esperada venida del Hijo del hombre 7. Ciertamente, muchos eruditos<br />

creyeron que estos dichos pertenecían al estrato más primitivo<br />

de las frases del Hijo del hombre, y que la comunidad más<br />

primitiva o bien los formuló ella misma 8, o bien se identificó a<br />

Jesús resucitado con la venida del Hijo del Hombre, esperada<br />

5. Cf. J. D. G. DUNN, [esus - Flesb and Spirit, JTS NS 24 (1973)<br />

56. Véase también Mt 27, 51-53 (antes p. 197) Y d. Heh 4, 2; 23, 6.<br />

6. Véase, en especial, TODT 269-74; D. LÜHRMANN, Die Redaktion<br />

da Longionquelle, Neukirchen 1969, 96 s.; P. HOFFMANN, Logonquelle,<br />

primera parte: Die Naberioartung; S. SCHULZ, Q 57-76. Véase también<br />

E. KXSEMANN, The Beginnings of Christian Theology, NTQT 82-107, con<br />

la tesis provocadora: «La apocalíptica fue la madre de toda teología cristiana»<br />

(p. 102); véase también su respuesta dentro del debate que se<br />

suscitó: On tbe Subject of Primitioe Christian Apoea/yptie, NTQT 110­<br />

37<br />

7. Le 12, 8 s. / (Mt 10, 32); Le 11, 30 / (Mt 12, 40); Mt 24, 27 /<br />

Le 17. 24; Mt 24, 37 / Le 17, 26; Le 17, 30 / (Mt 24, 39): Mt 24,<br />

44 / Le 12, 40. Véase también Me 8, 38 par.<br />

8. H. CONZ<strong>EL</strong>MANN, [esus 43-46; N. PERRIN, Teaehing 164-202.

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