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JESUS y EL ESPIRITU

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290 Jesús y el Espíritu<br />

32.2. Podemos responder fácilmente a la cuestión sobre la<br />

relación entre la autoridad carismática de las iglesias primitivas<br />

y la de [esús. Existe un aspecto de semejanza y dos aspectos de<br />

heterogeneidad. Son semejantes en que en varias ocasiones las<br />

dos se refieren al Espíritu. La misma seguridad de la inspiración<br />

y la misma certeza del conocimiento de la verdad y del verdadero<br />

significado de los acontecimientos, caracterizan tanto a Jesús como<br />

a los cristianos primitivos en sus ministerios. Con todo, son diferentes,<br />

primero, en que el sentido de autoridad de Jesús no dependía<br />

en alguna, ni en ninguna medida, de las experiencias visionarias;<br />

mientras que, como ya hemos advertido, las visiones y<br />

las angelofanías fueron un rasgo no acaracterístico del cristianismo<br />

primitivo. La segunda y muy importante diferencia está en la<br />

inmediatez con que se expresó el sentido de autoridad. En el<br />

caso de Jesús nos llamó la atención su propia conciencia y la<br />

referencia personal de su enseñanza autorizada; el amen del característico<br />

«en verdad yo os digo», y el enfático ego de la frase<br />

«pero yo os digo» (cf. § 13, 3); 10 mismo sucedía con 10 peculiar<br />

de su conocimiento profético (cf. § 14). En ninguna parte,<br />

dentro de la Iglesia primitiva, encontramos un profeta o maestro<br />

hablando de este modo o con tal referencia a sí mismo. Lo que<br />

encontramos es alguno que habla «en el nombre de Jesús», y<br />

alguien que profetiza, como es de suponer, en la persona de Jesús<br />

(cf. § 31, 2). Sin embargo, Jesús no es considerado como un<br />

profeta o maestro arquetipo, cuyas maneras podían ser simplemente<br />

determinadas y copiadas. Por el contrario, la autoridad que<br />

Jesús parecía ver centrada en sí mismo permanece centrada en<br />

Jesús. Los primeros cristianos no realizaban el ministerio por derecho<br />

propio, sino sólo como representantes de Jesús, haciendo<br />

eficaz todavía su autoridad en el mundo. En resumen, su autoridad<br />

difiere de aquella de Jesús en que en último análisis se<br />

comprende como derivada de Jesús.<br />

Algo que la Iglesia primitiva no parece haber considerado<br />

como problema es cómo este sentido de dependencia con respecto<br />

a Jesús glorificado pudo relacionarse con la inspiración del Espíritu<br />

y con las directrices angélicas y otras voces visionarias.<br />

Ciertamente, Lucas no nos proporciona ninguna ayuda sobre la<br />

cuestión. En Hch 16, 6 s. ofrece probablemente lo más parecido<br />

a una respuesta; en el último versículo nos da una pauta en<br />

«el Espíritu de Jesús». Pero no es claro si podríamos identlficgr<br />

simplemente «el Espíritu de Jesús» con «el Espíritu Santo» (16.<br />

6» si el Espíritu y Jesús pueden ser equivalentes de algún modo

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