JESUS y EL ESPIRITU

El cuerpo' de Cristo 4ól
tre esos ministerios figura «el que exhorta», aunque la «exhortación»
era una expresión del carisma profético (d. p. 367 s.),
Pablo cuenta con que habrá algunos que hagan su aportación
en minsiterios más limitados y concretizados de la palabra hablada.
La presencia de los profetas no hace menos necesaria ni
menos importante la existencia de estos ministerios más concretos.
Pablo piensa también en otros servicios a través de los cuales
se manifieste de diversas formas la acción del Espíritu, por
ejemplo, mediante el dar y el cuidar a los demás (d. § 42,2).
A ninguna de estas actividades se las puede calificar estrictamente
como «oficios».
En 1 Co los únicos ministerios posibles son las antilémpseis
y kybernéseis de 1 Co 12, 28, así como el servicio (diakonía) de
Estéfanas, mencionado en 1 Co 16, 14. Pero como vimos en el
cap. VII, los dos primeros vocablos denotan acciones y no personas
(ayudas, directrices, § 42,3), y la segunda palabra no se
puede referir a la dirección comunitaria como ejercida por un
grupo o por individuos reconocidos para ello, pues si éste fuera
el caso Pablo hubiera hablado de ellos en alguna de las ocasiones
antes mencionadas (p. 459). Todavía menos puede tratarse de
oficios para los que los cristianos tuvieran que ser elegidos antes
de poder ejercerlos 136. Y por lo que se refiere al «servicio de
los santos» de Estéfanas, hemos de notar que se trata de una
tarea concreta o de un aspecto de servicio que Estéfanas y los
suyos se habían impuesto a sí mismos (étaxan beautoús; d.
§ 42, 1), o sea, que Pablo no los había designado para ello 137.
Pablo no pide a la comunidad que regule su ministerio mediante
una ratificación formal, menos todavía le dice que designe a
Estéfanas (y a los suyos) para un oficio (