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JESUS y EL ESPIRITU

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436 Jesús y el Espíritu<br />

que desarrollar dentro del cuerpo comunitario con la fuerza del<br />

Espíritu. Cualquier cosa que amenace a la comunidad, cualquier<br />

cosa que tienda a destruir la unidad del cuerpo, ipso lacto hay<br />

que afirmar que no es un carisma, ni viene del único Espíritu.<br />

Sin embargo, el tema no se puede resolver a base de definiciones<br />

y ese modo impecable de razonar no debería ocultar el problema<br />

real, el que tocamos en el § 31, 3, «el problema de la falsa profecía»:<br />

¿cuándo una palabra (o una acción) inspirada no es<br />

carisma?». Sin duda alguna en Tesalónica, Corinto y, probablemente,<br />

en Roma, existían personas que creían que su inspiración<br />

venía de Dios; pero cuyas palabras y acciones eran perniciosas<br />

para la comunidad cristiana, según sostenía Pablo. Pero, como la<br />

experiencia de inspiración no era en sí misma garantía de que<br />

Dios fuera su fuente (1 Ca 12, 2 s.), el problema práctico consistía<br />

en saber cuándo una palabra o una acción inspiradas eran<br />

carisma y cuándo no. ¿Quién tenía que decirlo? ¿Qué criterio<br />

había que aplicar para juzgar sobre el tema?<br />

Fijándonos en textos tales como 1 Ca 13, 1-3. 8 ss. y en<br />

1 Ca 1, 5. 7 con 3, 1 ss., se ve aún más claro que el problema<br />

no era sencillamente el de dar una definición de carisma. Pablo<br />

no niega que los corintios tengan carismas auténticos, por ejemplo,<br />

profecía, fe, beneficencia. Pero, ejercitados sin amor, incluso<br />

carismas auténticos del tipo más sorprendente, se traducían en<br />

disputas dentro de la comunidad, poniendo obstáculos al crecimiento<br />

del cuerpo 59. La seriedad del peligro de la comunidad<br />

carismática y de los problemas planteados, no se debería subestimar.<br />

¿De qué modo se deberían controlar los carismas auténticos?<br />

¿Quién debería valorar la aportación de un carismático<br />

tal y como actuaba dentro de la comunidad? ¿Cómo llegar a esa<br />

valoración? Estas cuestiones nos sitúan en el próximo paso<br />

de nuestro estudio.<br />

59. Cf. L. CERFAUX, Christian, 261; A. BITTLINGER, Graces, 81. En<br />

Mt 7, 15·23 los falsos profetas superan la prueba de 1 Co 12, 3 (a Jesús<br />

lo llaman «Señor»); y todavía más: profetizan, llevan a cabo exorcismos<br />

y dynámeis «en el nombre de Jesús»; pero se les rechaza totalmente.

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