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JESUS y EL ESPIRITU

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458 Jesús y el Espíritu<br />

al examen de un grupo más amplio (¿la comunidad como tal?,<br />

¿la comunidad representada por los otros maestros?). Pero nada<br />

se nos dice al respecto. 10 que se deduce, por ejemplo, de 1 Ca<br />

7, 25. 40, por 10 que a la «opinión» de Pablo se refiere, es que<br />

este estaba hablando más bien como maestro y no como apóstol<br />

(d. p. 450) 127. Quiero decir que cualquier tendencia exegética<br />

que dejara correr a su gusto la imaginación, se vería sometida a<br />

un examen y control, y el criterio a aplicar sería la tradición misma<br />

tal y como la enseñó al principio el apóstol (Rm 16, 17 s.).<br />

4) Notemos, finalmente, que 10 mismo que la profecía no era<br />

exclusiva del grupo de profetas, tampoco la enseñanza era exclusiva<br />

del grupo de maestros. Todos compartían la tradición y todos<br />

la conocían en sus puntos esenciales. De modo que cualquier<br />

miembro podía recibir el don de una interpretación carismática<br />

para beneficio de toda la comunidad (l Ca 14, 26). De hecho,<br />

y como vemos en Col 3, 16, la comunidad en su conjunto era responsable<br />

de la enseñanza. Bien puede pensarse que se reconocería<br />

como enseñante a cualquiera que demostrara tener buen conocimiento<br />

de la tradición y que con regularidad manifestara el carisma<br />

de la enseñanza. Claro que a la vista del carácter más<br />

«profesional» de su actividad, quizás el reconocerlo como enseñante<br />

fuera más formal que en el caso de un profeta. Con todo,<br />

repito, su autoridad como enseñante se basaría exclusivamente en<br />

la tradición y en su enseñanza y no en su oficio o «capacidad profesional».<br />

Resumiendo, la función docente representaba un complemento<br />

indispensable para la profecía; el carácter normativo del evangelio<br />

y de las palabras de Jesús ofrecían un control inestimable contra<br />

los excesos carismáticos. Greeven escribe muy bien: «La profecía<br />

sin enseñanza degenera en fanatismo, y la enseñanza sin profecía<br />

se reduce a pura ley» 128. Pero no hay que olvidar que Pablo pone<br />

a la profecía por encima de la enseñanza: ésta garantiza la continuidad<br />

y la profecía garantiza la vida; sin enseñanza una comunidad<br />

no moriría, pero sin profecía no viviría 129.<br />

127. Cf. 1 Clem 48. 5: «Que un hombre sea fiel, capaz de comunicar<br />

conocimiento (gn6sis), que sepa distinguir y valorar lo que se dice (sopbOs<br />

en diakrisei lógon)... »; adviértase la relación que Clemente establece<br />

entre comunicación de conocimiento (¿enseñanza?) y el don (o ¿capacidad?)<br />

de valorar lo que se dice, es una relación que refuerza la idea de<br />

que aquí se alude a 1 Co 12, 8 ss.<br />

J28. H. GREEVEN, Propbeten, 29.<br />

129. Véase también J. D. G. DUNN, Propbet, 4·8, y aquí p. 232 s.

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